UNO
Siento que mi estómago va muriendo poco a poco, que mis pasos, cada uno de ellos, cada uno de los que doy al caminar, de poquito en poquito, van jodiendo más y más a mi pobre órgano que no sientes como antes o que siente todo lo que nunca había sentido, jamás.
DOS
Siento que mi cabeza ya no puede más, que uno de estos fríos días explotará y saldrá pura agua y pura mierda. Cuando despierto, veo la hora en el reloj azul, viejo, que está colgado en mi pared desde hace diecisiete años. Siempre me despierto a las seis con cincuenta, entonces descanso un poco más y vuelvo a despertarme a las siete con veinte por los martillazos que siento en mi cabeza y que son mis despertadores naturales y que gritan “¡arriba arriba!” cada, exactamente, dos putos minutos.
TRES
Siento que mis ojos, un día de estos, me dirán “¡chau, fue un gusto!” y se irán, mojados, rojos, esquizofrénicos. Todas las noches, bueno, las noches son el principal escenario para yo poder escribir algo o garabatear algo. Las noches, esas noches en donde la computadora y una buena música de fondo son lo mejor que me puede pasar. Esas noches en que me quedo pegado al monitor intentando pensar qué decir, qué escribir, así, ahí, mi ojos van muriendo y yo lo sé y yo sigo escribiendo, cojudo. Esas noches como esta, son el perfecto testigo de mis asesinatos a sangre fría, sabiendo que aunque a la cárcel nunca iré, de repente, un saltito por el hospital me podría dar, de emergencia, por huevón.
CUATRO
Quizás mi estómago no puedo resistir. Quizás mi cabeza de verdad, uno de estos fuertes días que se vienen, explotará y saldrá pura agua y pura mierda y un “¡gracias, por fin!”. Quizás mis ojos se suiciden, digan ya no más y solitos, una mañana, al despertar, ya se hayan ido y yo, ciego, enfermo, grite por toda la casa que no puedo ver, que no tengo ojos, calato, fuera de mí, con la sangre que de poco en poco voy llorando sin saber adónde voy, no siendo yo.
Escribo esto con un fuerte dolor de estómago. Pienso que es una gastritis que se aproxima. Pienso, también, que cuando se entere mi papá su puño lo tendré en mi boca o en mi nariz toda una semana. Sé que fui (soy) un huevón al no involucrarme en mi salud. Sé que esos pasos que ahora doy tienen que ser cuidadosos, estudiados, tranquilos. Sé que depende de esos pasos, esos, los que se vienen, mi vida será otra, otra.