Porque todos tenemos un gay dentro. Porque todos tenemos una chica escondida. Porque todos tenemos una fémina linda, cohibida, celosa, imposible de manejar. Porque somos así y así siempre seremos. Porque siempre hemos sido raros en algún momento, para causar risas, para simplemente ver qué pasaba o se te chispoteó y todo al huevo. Porque todos tenemos un gay dentro. Por eso, quiero escribir porque siento que el gay que escondido vive en mí ya no esta tan escondido que digamos.
Para comenzar, pensemos que al gay que llevamos dentro le tenemos que poner un nombre. ¿Cuál sería? ¿Qué nombre le pondría yo? Pues, fácil, siempre he soñado con un nombre de estirada y que suene a pendeja, pero más a rica, económica y físicamente: Enriqueta, ese sería perfecto, ¿y tú?
El gay que llevamos dentro muchas veces tiene que ser liberado de poco en poco para que no nos cague en una reunión multitudinaria o en una cita con una niña bonita o una rica niña (sepa diferenciarse). El gay que llevamos dentro quiere que el mundo sepa que él está ahí, pero la persona que lo esconde sabe que no es muy bueno o muy bonito estar liberando al raro personaje a cada rato, es mejor seguir llevándolo como oculto. Muchas veces la figura femenina sale a relucir más cuando estamos entre hombres y lo peor es que cuando pasa te das cuenta que no eres el único raro, entonces sólo sonríes o mueres a carcajadas y sigues como si nada hubiera pasado.
Existen muchos momentos cuando el personaje raro que vive en nosotros sale con todo y se caga en todos y nosotros quedamos mudos, fríos, y después una sonrisa arregla todo: 1) Cuando pasa un chico atractivo, hablamos o empezamos a pensar cosas raras, muy raras. 2) Cuando tu mejor amigo, después de una conversación extensa de desamor te dice que te quiere y que sin ti no sería nada igual y que tus consejos lo son todo, qué carajos. 3) Cuando te quedas durmiendo en casa de tu amigo de siempre y amaneces mirándolo, o mirándose. 4) Cuando te tomas fotos con tu amigo bonito porque con él siempre sales bonito, piensas y hasta algunas veces te atreves a decírselo. 5) Cuando terminas de ducharte y te quedas una hora viendo y tratando de elegir qué ponerte y no te decides por nada y cuando ya estás vestido te vas al baño a verte la cara dos horas más y te echas la crema para el cutis y te cortas los pelitos que se ven feo y te peinas con el peine que no duele y sufres cuando haces todo y te sigues viendo feo, la autoestima al piso y ya no eres el mismo. 6) Puedo seguir pero me cansaría y revelaría los secretos de mis amigos o los secretos del raro personaje que vive en cada uno de mis amigos y/o de mí o, carajos, lo diré, o mis secretos también, la mierda.
Porque el gay que tenemos dentro también quiere vivir, también quiere jugar, también quiere tener amigos. O, de repente, el gay que tenemos dentro, poco a poco, se desilusiona más y más de este mundo hipócrita y cruel y frío y machista y duro y… ¡puta madre! Enriqueta no me deja ni escribir tranquilo. Adiós hermosos. Un beso.
2 comentarios:
sabes, tienes toda la razon, creo que simplemente nos dejamos llevar por motivos e ilusiones que nosotros mismos inventamos y al final , al despertar de este sueño nos quedamos solo con fantasias que nunca se realizaran. solo somos lo que aparentamos para que otros no se sientan mal, al final el unico perdedor es uno mismo.
...y confesar todo esto que reacciones ha despertado en tu entorno? Algunos te miraran raro como queriendo fijarse más en tus reacciones frente a su desnudez por ejemplo...Debes ser uno de los pocos hombres que hace público estas sensaciones.O eres un valiente o un loco.
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