lunes, diciembre 17, 2012

TU CONCIENCIA

Te he dicho que te cambies de calzoncillo a diario, no uses uno un par de días (porque si te olvidas y no te bañas, tres o cuatro días). No seas cochino. Te he dicho que te bañes un día sí un día no. Que no te laves el pelo todos los días que entres a la ducha, porque se te cagará y te quedarás pelado como tu padre. Te he advertido que laves tus medias todos los días, déjalas remojando toda la noche y en la mañana las refriegas y las tiendes. Te he dicho que uses talco. Que uses agua refrescante. Que te seques el pelo con secadora, y no con toalla, tu pelo es lindo, claro, que no se queme, no seas huevón. 

Te he repetido, un millón de veces, que no juegues con las mujeres, que tienes una hermana y que no te va a gustar que le hagan lo mismo. Te he dicho, que enamorarse es lindo, que si te gustaría estar solo como tu padre, solísimo y cachándote cuanta puta se te atraviese, entonces sigue jugando con las buenas mujeres que se posan ante ti. ¡Entiende! No las ilusiones. No les digas te quiero. Tampoco, te amo, te extraño. Menos, le escribas huevadita y media y lo publiques en esa vaina, bloc, log, blon, esa cojudez.

Te he dicho, hasta el cansancio, que quieras a tus padres. Que, de vez en cuando, les dejes un chocolate o un caramelito de limón. Es el gesto. También, te he dicho que seas considerado con tus abuelos. Cuando vas a visitarlos, a regañadientes, ellos te saludan con un beso y apapacho. Y tú, a las justas, los miras a la cara. Si te preguntan algo, respondes de mala gana. Si te quieren hacer cariño, te apartas. Ellos se dan cuenta, y no te lo dicen, lo dejan pasar, algo debe tener el muchacho, cuchichean. No seas huevón… quiere a tus abuelos, abrázalos con ternura, dale un beso en la frente a cada uno, carcajea con ellos. Te he dicho que confíes en tu familia. Te he dicho, que nunca te olvides de los tuyos. Que tu familia, al fin y al cabo, siempre estará contigo, en las buenas y malas.

Te he repetido, miles de veces, que dejes de extrañarla. Que ya no estará. Que ya no volverá. Que ya no quiere ni mierda contigo. Te he dicho, claro, que ya no te quiere. Que te hagas de la idea que se murió y que nunca más la verás. Te he dicho, también, que olvides los momentos bonitos que pasaron. Que no te hace recordarla. Que te vuelves un estúpido y empiezas a escribir sin razón alguna, cartas, poemas, que no publicas y los quemas en medianoche, cantando Decir adiós. ¡No jodas, pues!… Te he dicho, que ya no jorobes la pita con la misma cantaleta de que el amor de tu vida huyó y te destrozó el bobo. Ya, no hinches las pelotas, desahuévate y anda.  

Te he dicho, para ir terminando, que camines con cuidado. Que mires antes de cruzar la pista. Que estés alerta, atento, siempre mirando a todos lados. Que contemples el semáforo. La calle está peligrosa, y de noche, peor. Y a ti te gusta ir de acá para allá de noche, cuando los grillos comienzan con las sinfonías. Te he dicho que camines erguido, frente en alto, cabello peinado. Como te ven, te tratan. Sonríe, saluda, agradece. Entiende, mierda, como te ven te tratan. O te escupen, o te hablan. O te ordenan, o te hablan. Como te ven… Bueno, tú ya sabes.

Te he dicho, que no escribas cuando hayas fumado hierba. No te conviene. La hierba siempre te juega mal. Es que no escribes mal. Y eso es lo que pasa. Te he dicho, amigo mío, que no te emborraches. Que no le digas a tu amigo, ven a mi casa… no hay nadie. Que no le digas a tu novia, sorry, gorda, tengo problemas. Por eso, no tomes. Y menos, solo. Y cuando tomes no escribas. Y menos, solísimo.


Para terminar, te he repetido, hasta morir, que cuando yo hablo, tú chitón nomás. Escuchas, piensas y actúas. No reclames. Estoy dentro de ti. Sabes quién soy. Pero no me conoces. 

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