Que solo va a jugar contigo,
querido amigo...
Juan Solo
Querido corazón
He enclaustrado el corazón.
Lo he encerrado en una cajita de madera para que no sienta, para que no
grite, para que no salga. Y lo que es más importante, para que no vea y para
que no se alegre. La cajita de madera tiene suficiente espacio como para
dejarlo bombear que es para lo único que quiero que me sirva. Que bombee toda
la sangre que necesito. Si pasa otra cosa: Tranqui, aguanta tu coche, muchacho
del demonio, relaja las venas y mete reversa.
Pero este muchacho, la mayoría de veces, se me hace el rebelde. Empieza
a latir y me golpea el pecho de gato. Quiere
salirse el pendejo, pienso, malhumorado. Quiere romper la débil cajita de
madera. No lograrás tu cometido, le digo en voz bajita, y lo arrullo con una
canción de cuna para que se relaje y cumpla a cabalidad su función fisiológica.
Pero es terco. O no sé si le gusta verme enojado, enojadísimo, con el pelo
chispeando.
Recuerdo cierta tarde cuando íbamos por la calle y La Negra pasó
caminando y el saltaperico se me emocionó cuando la susodicha levantó la voz
para llamarme (gritarme), desde la otra acera, que cómo estaba, que cómo me iba.
Qué-chucha-está-pasando-por-la-puta-madre. La-Negra-me-habló. Bum bum. Bum bum.
El muchacho se prendió y comenzó con la cantaleta de siempre y ni hablándole ni
gritándole. ¿Pero por qué camina así, tremendo monumento? ¿Acaso, para que
todos la miremos, para que todos babeemos, para que todos parezcamos una
arrecha manada de lobos hambrientos que miran con plan comida a tan culona tan
tetona tan mamacita y tan rica susodicha? Sure,
sure, brother, le dije. Relaje,
carajo, relaje las venas y escúcheme atentamente: No se me vaya muy de avance que
esa negra es ya no ya. Mucho camión pa’ tan humilde y estrecho jirón, mi
estimadísimo. En serio le digo, adú, por las huevas se me pone happy, por las puras huevas me hace el
fiestón del año en mi pobre pechito de gato techero.
Loco, bruto, eso es lo que es. Ni hablándole de usted. Ni tratándolo
como un perro. Ay, este muchachito loco que recién está empezando a salir a la
calle. Ay, este pequeño saltarín. Ay, este loquillo enamorado. Ay, llamen a los
bomberos que está que bota fuego. Ay, se me quema en pasiones. Ay, que me quema,
que está que arde. Ay, qué caliente. Ay, qué hot. No entiende, no hace caso cuando uno le habla. Un testarudo.
Eso es lo que es. Ay, qué hot.
Madrugada de abril, 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario