miércoles, mayo 01, 2013

¿Chamba por aquí?

Mi viejo ha dejado de ser un trabajador hace un par de semanas. Yo, su único hijo, tampoco soy trabajador. Y no es que no quiera trabajar, sino que he cometido errores que ahora los estoy pagando. O eso es lo que últimamente he comenzado a creer, golpeándome el pecho.

La edad de mi viejo está pellizcando los cincuenta, pero luce como un abuelito de ochentitodos recontra chupado por una maldita hernia que le carcome hasta el alma. Y fue por esa razón –médica– que no puede (o no quiere) trabajar. Porque le fastidia, porque le jode, porque se marea cuando está sentado en la oficina, porque no puede caminar ni una sola cuadra sin renguear, porque no puede estar parado más de diez minutos porque siente que desfallece y la pierna se le desgarra. Y en la casa, tampoco es un trabajador. Es un abuelito que no sabe hacer nada. No cocina, no plancha, no lava. Duerme todo el día y traga más de lo puede (y sabe) argumentar en algún tema de coyuntura nacional. Pero no es un cerdo, al contrario, es que toda la comida que pueda llevarse a la boca, se lo quita la hambrienta hernia que estira la mano y abre el hocico para recibir el único bocado del día.

Yo, a veces, escribo y envío crónicas y cuentos al extranjero y cobro un dinero que me ayuda para comer y comprarme chucherías. Y es que he dejado de ir a las tiendas por departamento para comprarme un jean o un par de zapatos. He dejado de ir a los Centros Comerciales para almorzar con la novia de turno. He dejado de ir a UVK de Miraflores, solo, para disfrutar la película en estreno. He dejado,  hace un año y tres meses, de hacer las cosas que me gustaban, porque el dinero que gano escribiendo no es gran cosa, y no me alcanza para esos (tengo que decirlo, lamentablemente) tremendos gustos. A veces, una vez a las quinientas, salgo a un cine misio o me compro unas zapatillas en liquidación.

Sería utópico pensar que siendo escritor voy a mantener a mi padre desempleado y bueno para nada. Decirle un día: Ya no trabajes, viejo, yo pago todos los servicios de tu departamento con lo que gane publicando columnitas de mierda. No te preocupes, carajo. Ya no chambees más. No, pues, sería loco. Muchos dicen que escribiendo huevadita y media no se puede vivir, y menos en el Perú. Pues ese pensamiento es cierto. Pero es lo que hay, y para eso sirvo. Pero no me puedo quedar sentado, pensando que sólo soy bueno para escribir y escribir y escribir, y publicar de vez en cuando. Ahora me toca salir a la calle y pararme bien enternado y bien peinado y bañado en perfume juvenil para la respectiva entrevista. Es así. Ahora le toca al único hijo. Es la vida. Es la dura e injusta vida.

Día del trabajador. Primero de mayo, 2013.

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