Gracia Marrou, futura
madre.
«¿Por qué me has abandonado?», le dijo Jesús a Dios.
Te has olvidado de mí. Te has olvidado de mí. Me has dejado a la
deriva en una isla que no conozco, que se me hace enorme, que se me hace
recontra sola. Una isla que no quiero conocer por nada del mundo, no me
apetece, no me endulza, no me hace cosquillitas ni sonrisitas.
Te has burlado de mí, como la rica cumbia que no supimos bailar en
el tonazo de Ricardo. Te has burlado de mí, dejándome como un completo estúpido
esperando respuesta a los mensajes que te escribía, sin tregua, hasta hacerme
heridas en mis flacuchentos dedos.
Yo, que te quería con locura y pasión desbordante, que me
provocaba dormir pegado al teléfono escuchando tu voz decirme cosas de cosas,
hablándome de Raquel, ¡ay, Raquel! Yo, que te escribía (y escribo) columnitas
cursis de vez en cuando, cuando recuerdo la bonita costumbre de llegar cansado
del trabajo y sentarme frente al computador a escribirte cosas que ya ni sé qué
decirte. Ni sé, ni cómo, ni cuándo.
Me has dejado, déjame decirte, tirando cirunta, en jaque, peinando
calaveras. O sea, como un huevón, un papanatas, un triste imbécil. Un huevón
que dejó los estudios de comunicaciones en el quinto ciclo por un trabajo de
vendedor a los amiguitos del Sur. Un papanatas que se la pinta de escritor
cuando solo publica en su blog (y eso), y raspando (rogando) en alguna revista
urbe de Lima (¡y eso!). Un triste imbécil que se gilea a una flaca para que
otro salga con ella. Ni más ni menos, darling.
Aguanta tu Toyota Supra a lo «Rápidos y furiosos», ¿dije darling? Uy, esto ya es grave,
entonces. Me falta cantar «Corazón partío», de Sanz mientras me empujo un
Princesa lentamente, enjugándome el rostro por el llanto de desamor. Ay, ay.
Porque con mi darling no me quedo, cual noctámbulo
enamorado, susurrando por el teléfono de 1 a 4 de la linda madrugada. Porque a
mi darling no le canto Robando corazones y me
dejo grabar en el celular. Porque a mi darling no le ayudo leyendo un fucking texto de principios de ingeniería y le
saco un resumen, punto por punto, para que estudie y se saque buena nota en su
parcial de la universidad. Ay, darling,
qué cosas ¿no?
Me has desencadenado a tu amor que era fugaz y juguetón. Un amor
loco y tonto, déjame decirte. Y pues, «ahora soy un alma libre…», puedo
confirmar aquella frasecita que escuché alguna vez de la dulce boca de una
modelo-actriz-mamacita que la hacía de una pituca surfer en la teleserie
boom de los últimos años en el Perú.