Con el mar en mis narices puedo decir que mi día (o que mi tarde), ha sido reinado por el llanto cagón y desconsolado y vacío y feo. Necesité un hombro donde apoyar mi atolondrada y loca cabecita pero nada encontré, nada, nadie. Y es que el compañero mío que otros lo llaman gato y los que saben Pinpom, está mal, algo en su barriguita lo molesta, algo que no sé qué es. El veterinario ya me dirá qué hacer, además, ¿los gatos tienen siete vidas, no? Vamos, eres fuerte, yo lo sé, por eso te amo y espero que te recuperes, siempre te amaré y cuidaré. Y es que gracias a lo que le pasó a Pinpom yo regresé, volví aquellos olvidados pensamientos santos que tenía, aquella fe que, según yo, ya no era tan completa. Porque en pleno llanto iba caminando, loco, solo, y el cuadro del Señor de los Milagros se me apareció colgado en la pared, antes lo veía y lo ignoraba, ahora lo contemplé, le pedí perdón y le prometí que escribiría sobre el momento. Y cuando lloraba en uno de los sillones de la oscura sala, mi tío me encontró y me gritó y gritándome aún más fuerte ( y yo pensando: "porqué carajos todos me gritan") me llevó a su cuarto y allí, echado en la cama, estaba él, mi gato, mi Pinpom, mal pero fuerte como él solo. Y yo llorando, y yo rezando y yo dándole gracias al flaco que todo lo ve y puede y yo pidiendo perdón y yo... y mi tío, después de un breve descanso, comenzando nuevamente el regaño.
Mañana, espero, que sea otro día, pero uno bueno, flaco, uno para poder sonreír y decirle que lo quiero.
Son las dos de la madrugada del treinta. El mar sigue ahí, conmigo y con todos, pero más conmigo. Y así, el sueño me vence.
1 comentario:
Tené cuidado con su gatito es muy Lindo y debería cuidarlo mucho mas vale? Vos escribe muy Lindo : )
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