miércoles, noviembre 03, 2010

NO QUIERO DORMIR





- Hoy, no quiero dormir.

Eso es lo que me ha dicho mi amigo y casi hermano Paul con su pelo negro lleno de rulos revoloteando en su cabeza, su gorra plana que muy raras veces me presta y su nextel que quiero robarle porque yo también quiero tener uno.

Es casi la una de la madrugada del primer día de septiembre, un día antes de mi cumpleaños, y entonces le digo a Chavito (así le decimos a Paul en el barrio, o mejor dicho yo; no he escuchado, bueno sí pero muy pocas veces, que alguien lo llame Chavito en lugar de Paul o Andre, él sabrá), bueno, sigamos, entonces le digo a Chavito que ya me voy a mi casa porque, uno, estaba lloviendo, dos, tenía sueño y tres, tenía ganas de escribir.

Son las diez y media del último día de Agosto. Estábamos Diego, Chucho, Paul, yo y los dos perros de Diego caminando por las calles del barrio y fumando cigarrillos y hablando de mujeres y del olor que había dejado Hurley –uno de los perros- al cagar en la fachada de la tienda donde siempre compramos algo.

RECUERDO:
Son las nueve de la noche. Estoy en la computadora, chateando, chateando con una amiga, un amigo, Andre y Naomi. Con Naomi hablamos de cosas que creo nunca tuve que decirle pero con ella no puedo tener secretos, así que no me arrepiento. Le conté que era voluble, que me sentía voluble. No le dije que mejor terminábamos. No quería terminar con ella pero tampoco quiero dañarla. "Sólo quiero quererte, me dijo ella", tan radiante y amorosa conmigo como lo es realmente. No existen máscaras entre nosotros. Somos quienes debemos ser, quienes somos en realidad. Después le digo que soy malo, que creo que le hago daño por ser voluble, que se aleje de mí pero que me siga amando como lo hace. "Te amo Naomi -agrego", "también te amo -culmina ella". No sé qué hacer ahora, amo a Naomi, cuando estoy con ella, solos, la amo y me olvido de todo y de que soy, feliz y lamentablemente, voluble.  Sé que la amo, siempre lo supe. Pero al pasar los días no la veo y no la siento conmigo y es ahí cuando el ser voluble que llevo dentro malditamente sale a relucir, dañando a la persona que más amo en el mundo y aléjate mi amor…

VUELVO:
Es casi la una de la madrugada del primer día de septiembre. Paul y yo estamos hablando en la cochera de su casa. Él limpia el auto de su papá, que pronto será suyo, dice. Yo estoy pensando y pensando todo lo que hablé con Naomi. Se lo hago saber al limpia-autos. Él me cuenta también lo que le pasa. Últimamente estamos hablando más de mujeres que de otras cosas. Que me estoy mensajeando con… Que no me siento a gusto… Que ya terminé… Que la amo demasiado pero… Últimamente estamos así. Completamente románticos. Como dos chicas que hablan de sus cosas y ¡son cosas de chicas, lárgate! Así estamos. Me cuenta que está confundido. Que hay dos nombres de féminas en su cabeza llena de rulos y unos horribles cuando no se peina. Que no qué hacer.  Que no quiere dormir porque quiere pensar bien las cosas. Que quiere saber qué es lo mejor para él, que le dice su interior, que quiere hallar su felicidad total o aunque sea, estar bien.

Talvez yo deba hacer lo mismo. Pero creo que me adelanté un paso y abrí mi bocota y conté mi mayor secreto que, dicho sea de paso, ya no es muy secreto que digamos.  Tenía sueño pero quería escribir, quería seguir hablando con Paul pero había comenzado a llover con más fuerza. Le dije que mañana iría de nuevo a su casa, que jugaríamos ping-pong como lo habíamos planeado y, muy seguramente, hablaríamos de las mujeres que amamos y nuestras confusiones y mi volubilidad. Me despedí de él y haciendo unos chistes que involucran a los dos nombres de mujeres que lo vuelven loco llego a mi casa que está casi al frente, abro mi puerta que da a la calle y, al cerrarla, miro a mi hermano y pienso en voz alta:

- Hoy tampoco quiero dormir.

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