"¡Nada me queda! Está mi dicha trunca,
y todavía aguardo en los balcones,
las golondrinas que no vuelven nunca"
Mis golondrinas.
(Federico Barreto)
Mil veces digo basta. Mil veces le digo a mi corazón que este mal momento pasará y todo será como antes. Pensé que esto sería pasajero, que te olvidaría tan fácil como cuando te dije “hola” la primera vez. ¡Mierda! No puedo. Me siento como un títere, pero uno viejo y feo, que la persona que supuestamente es su dueño se cansó de él y no le da la gana de agarrar las cuerdas que sujetan cada una de sus despreciadas partes y moverlas, al son de la música que llamamos vida. No esta aquí esa personita, la echo de menos. Escucho demasiadas canciones románticas, demasiadas, no sé, no quiero volverme un sentimental en exceso, moriría en llantos todas las noches, no, no por favor. Quiero que me digas “te quiero”, que esto fue algo pasajero y que ahora estamos mejor, bien, como antes, estúpidos.
Mil veces me pregunto en la soledad de mi habitación por qué soy así, te necesito, antes necesitaba a muchas personas pero no las echaba de menos; ahora, en cambio, te necesito para sobrevivir y para sonreír y para decirte “te quiero”, antes no pasaba eso conmigo. Mil veces leo los poemas que te dediqué algún día, tu rostro ahora reina en mi mente y llegan a mi memoria episodios, que llenos de felicidad, construimos. Mil veces agarro el teléfono para marcar tu número, necesito escuchar tu voz, pero no respondes a mis llamados, a mis gritos de auxilio y carajo ven a salvarme de este martirio. Mil veces leo, leo y vuelvo a releer “crónica de una muerte anunciada” de García Márquez, me la tomo a pecho, sufro con Santiago Nasar aunque él no sabía que lo matarían o no sé, sufro con él y sufro más, mi muerte se anunció cuando ya no me despertabas con los mensajes de texto de siempre, ya no, sufro en las mañanas cuando agarro el teléfono y no hay ninguna llamada perdida tuya, sufro.
Mil veces, la noche de ayer, le he gritado a la luna que qué pasó ahora. De pronto, una estrella comienza a parpadear y yo la noto, la contemplo, veo tu rostro y escucho tu voz a lo lejos que lentamente se aleja, tu rostro sigue ahí pero ya no me mira, cierras los ojos y yo los cierro también, estoy soñando, y después de mil veces abro de nuevo los ojos, alzo la mirada hacia la luna y tú no estás a mi lado.
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