Algunas veces pienso que nunca podré ser estable en algo.
Cuando estoy con una chica, no sé qué pasa, me aburro y terminamos. Casi
siempre es así. Sólo una vez duré un tiempo largo, un año y cinco meses, para
mí eso es un record, mi record, después, mejor ni contar.
Anoche, como a las diez u once, me puse a escuchar un poco
de salsa romántica, después llegaron las baladas y así, cada vez más trágico y corta
venas. En ese instante pensé qué será de la vida de la chica del año con tantos
meses, claro, sus amigas siempre me hacen saber que está bien y eso es casi
todos los días, pero ahora esos amigos se habían ausentado por un buen tiempo y
qué raro era todo esto, porque, uno de ellos, en su red social, noté que había
escrito lo siguiente: ‘qué risa me das
imbécil, ella queriéndote y tú, crees, jugando al pendejito’, u otro que
decía: ‘Buchito, mi querido Buchito, ¡por
qué serás tan pavo? Y después niegas todo, maricón’. Estaba totalmente
seguro que se habían enterado de lo que pasaba con A.
Un momento, la chica del año y tantos meses, la nombraré
como M, exacto, su nombre empieza con M, nunca lo olvido, nunca podría
olvidarla. En ese tiempo que andábamos, su tez clara me volvía loco, era algo
alta, de ojos caramelo que me engatusaban y cabello largo, lacio, siempre
aromado. Vestía bien, y atraía las miradas en la calle cuando paseábamos.
De verdad, no es que haya empezado algo nuevo con A, eso no
está decidido aún. No sé si quiera empezar algo con A porque L también me tiene
estúpido. L es mayor, yo puedo ser hasta
tu mamá, me dice, pero pienso que lo dice de loca, porque no quiere que
pase nada. No la conozco personalmente, pero siempre nos escribimos. No sé
exactamente cómo será, pero sé que me encanta por cómo escribe, cuando dice las
cosas como son, cuando no se calla, cuando me dijo un día: soy una mujer fuerte, ningún hombre me va a mandar, nada de nada, yo me
sé defender sola, después de eso siempre hablamos, todas las noches, desde
las once hasta las dos de la mañana del día siguiente, no hay stop, todo fluye.
A me dijo una tarde de otoño: Creo que tú quieres hacerte el pendejo y hasta creo que lo eres, no
supe qué responderle para defenderme, entonces le dije: Creo que estás desconfiando de mí, yo sabía que otra chica también
me gustaba, pero no podía decírselo, me hubiese matado, él y yo mismo por
perderla.
Aún tengo en mi mente, aquel jueves de enero, cuando M me escribió
al correo: ¿Ya te sientes mejor? ¿Decidiste algo?, es que pensé que una tregua
calmaría mis confusiones del corazón, creo
que es mejor seguir como amigos, creo, no
sé, le respondí. Nunca más contestó. Nunca más quise molestarla. Al día
siguiente, A comentó una foto de las pocas que tengo en el ‘féisbuc’, nos
hicimos amigos y desde aquella noche no paramos de hablar, nos peleamos como si
estuviéramos, nos celamos, nos decimos ‘te quiero’, sentimos que es así, verdad.
Desde hace seis meses que A me alegra los días, también los molesta, pero esos
días son poquísimos y me gustan que existan. Desde hace dos cortas semanitas
que L, sin conocerla aún, me fascina, me vuelve loco y ahora siempre digo: soy fuerte, nadie abusará de mí, sé
defenderme solo. Soy fuerte. Río, río y mucho, cada madrugada de mierda
cuando veo el circulito verde y un mensaje diciendo: Hola, ¿estás ahí?