martes, julio 26, 2011

SOLEDAD


Frío
No estás
Hoy
Lloro
Pienso
Juego
Sueño
Río
Loco
Sigo
Corro
Grito.
Pall Mall
Azul
Cielo
Negro
Llorón
Cagón
Triste
Yo
Paso a paso
Huellas
Luna
Lima
Caótica
Fea
Noche
Estrellas
Soledad
Ciudad
Ruido
Putas
Letras
Fluyen
Giran
Rebotan
Se inhalan
Se aspiran
Juegan
Amores
Hojas
Fuego
Pluma
Agua
Corazón
Alma
Lágrimas
Gemidos
Corro
Grito
Sigo
Vida

lunes, julio 25, 2011

QUIERO ESCRIBIR


Quiero escribir sobre los amores que tengo en mi corta vida, que son muchos, que me traen cabrón. Es una lista larga, entre hombres y mujeres. Amores, así como enemigos, tengo pocos. Amores, a primera vista, son también como los que ahora tengo.

Quiero escribir sobre la mierda de clima que estoy viviendo en Lima, una mierda total, el clima y Lima. El ciclo climático es caótico, loco. Un día, en la mañana, hay sol, el cielo amarillo, radiante, me despierta y yo, feliz, digo: “bueno días mami, ¿cómo estás?”; pero más tarde, como a las seis (hasta antes), un frío de mierda me congela los dedos y los pasos que doy, no me da ganas de nada y me confundo entre polerones de tres quilos y humos negros de cigarros Pall Mall.

Quiero escribir sobre la inseguridad que uno vive a las once de la noche en el Puente Alipio: Ayer, mi amigo fue a buscarme, como siempre, para hablar y chismear en pleno frío cagón. Como a las once me dijo que ya tenía que irse y que lo acompañara al paradero, “vamos al puente pues”, me dijo, con una sonrisa cabrona. No podía decirle que no, subí a mi casa para sacar una chalina, un par de guantes y un chullo de alpaca para combatir el frío. Cuando llegamos al puente habían dos personas que se fueron al vernos llegar, me sentí malo, muy malo. De repente llegaron dos chicos que sí eran malos de oficio, y mi amigo y yo sentimos que no teníamos escapatoria alguna. Nos estaban haciendo un corralito, quería gritar pero nadie me escucharía, no había nadie, sólo los demás compinches de los muchachos malos. No pasaba el carro de mi pata y tampoco quería que pasara, no me quería regresar solo, sabía que perdería. Hasta que pasó un taxi, lo paré y le dije al viejo chofer: “sáquenos de aquí y le doy mi poto”, estaba asustado, el corazón lo tenía a mil. Salimos del puente y cuando llegamos a mi casa, al abrir la puerta del taxi, el viejo me dice, cogiéndome del brazo: “adónde vas, lindo, paga lo que debes, lo que me prometiste”, “¡viejo cabro!”, le grité y dos monedas de dos soles cayeron en su asiento y se largó. Los muchachos malos no me metieron tanto terror como aquel conductor maricón hijo de puta, que menos mal, se fue sin el sabor de mi poto caucásico.

Quiero escribir algo sobre la salsa, ese género que nunca pasará de moda, ese género que aunque no es mi favorito, me hace recordar momentos gratos en tercero de media. Escucho salsa casi siempre, si no es todos los días. La salsa romántica me hace llorar, así como me hiciste llorar tú en tercero, ¿recuerdas? Escucho esos sones caribeños y me pongo a bailar como loco pensando que soy el mejor bailarín de salsa en todo el mundo, pensando que soy ese chibolito Dayiro (un peruanito de cinco añitos que se mueve como uno de cuarenta que estudió en la mejor academia de salsa del mundo), quiero igualarlo, quiero ser como él. ¿Han visto cómo se alocan las mujeres cuando un salsero mueve la cintura sensualmente? Yo siempre trato de mover la cirunta igual pero los dolores llegan y sólo me queda seguir escuchando salsa, quebrando mi sueño, cuando escribo algo cursi.

Quiero escribir sobre las peleas que tengo con mi familia, pero, mejor no, mejor me las reservo porque no quiero que me boten de la casa; yo quiero largarme con la frente en alto, no con la espalda toda roja por culpa de los cuchumil correazos que me caerían.

Quiero escribir sobre las mujeres que hoy en día me traen loco, pero, por segunda vez y pensándolo bien, mejor no, no quiero quedar mal con una y ganarme con otra, las quiero a todas, si las necesito recurro a cualquiera y como son varias, pues mejor ¿no? No peco de pendejo, soy sincero. No peco de jugador, sólo soy humilde y honesto. Existe L, M, A, T, B, existen muchas. Las quiero a todas y todas me traen loco y todas me confunden. Espero que esto siga así para tener algo de qué escribir. Espero quererlas siempre, siempre. Amén.

martes, julio 12, 2011

EL LANZA


La calle está fría de tantos cuerpos jóvenes inertes que caen como si fuera un juego cada viernes a las diez. Los brabucones, muchachitos furiosos y rebeldes, los que dicen ser batutas y pulentas, siempre van adelante, comandando la tropa loca de lanzas que sólo saben decir te cagaste conchetumadre o préndela, cúrala, causa, apuntando con el dedo índice a quien lo mira grueso o conocen por algún motivo.

La madre se queda en casa, asustada, sabiendo que su retoño está tirando piedras en algún barrio enemigo o parando para ser visto como guapo. La madre sabe que su hijo consume mariguana y cualquier otra droga que sus amigos le digan es buena estando en la escuela, pero se hace la ciega, la que no sabe ni ve nada y sólo se resigna a preguntarle qué tal tu día cuando el chico regresa a las cinco de la tarde, con la camisa ensangrentada, teniendo el colegio a dos cuadras. La madre, sabe, con ojos llorosos, que su hijo ya no va a la escuela hace un buen tiempo.

El padre sabe que los golpes no le harán nada al muchachón, al contrario, esos golpes o palazos que reciba a las once o doce de la noche, lo ayudarán para mantenerse despierto toda la madrugada y meterse un bate para viajar a donde mejor le parezca, claro está, muy lejos de su casa donde el chico piensa lo odian y no lo quieren. El padre cuando llega de trabajar, cansado, va al cuarto de su hijo que echado escucha esas canciones que sólo hablan de sexo y mujeres y drogas. El padre no puede hacer nada. Si le pega, si le quita el reproductor, él sabe que el chico no se quedará tranquilo y si no se lo devuelven a tiempo, buscará otro aparato por sus propios medios, como él mejor sabe conseguirlos.

Salgo de noche a ver qué pasa. No fumaba hace mucho. Me siento en una banca del parque que está a la espalda de mi casa y pienso que debería repetir estos instantes. Ese lánzala lo escucho por ahí y allá, por aquí, detrás mío, lo escucho de mi boca, hasta que ya no lo escucho más. Los muchachones se juntan desde las ocho y también desde esa hora la cancha de loza se convierte en el aeropuerto del barrio, con humos negros zigzagueantes flotando muy cerca de allí, acompañados de risas absurdas,  y mierdas y carajos a montones, hasta más que eso.

Una sirena de policía los pone alerta. Guardan lo armado y hacen como si estuvieran hablando de lo más normal. Hay charcos de agua por el centro de la loza y los que ya están en fa empiezan a saltar y salpicar agua, provocando la carcajada en la multitud alegre y poseída por el verde.

Saben que están listos. Saben que contra ellos, nadie. Enlazan sus manos como si fueran reos esposados pero sin esposas ni tombos atrás y caminan sacando pecho. Ya no ríen fácilmente. Cada pisada que dan es una pisada menos si no le salen las cosas bien. Todos los carros y motos son enemigos ahora. Aceleran el paso y cruzan la pista. Empiezan a correr. 


viernes, julio 08, 2011

TE QUIERO


A, Thalia Tenorio, 
la mujer con quien camino mis días.

Un te quiero recorre todo mi cuerpo, no puede salir, quiere pero no puede, no hay ninguna dificultad física, simplemente no puede. Un te quiero se hace el loco dentro mío y no quiere salir, no, no quiere, se hace el que no sabe, no conoce, no siente, y después en la noche fría, como la de hoy, me caga la cabeza y me hace pensar en ella, en esa chica que si mi te quiero escuchara, me haría feliz o me vapulearía con su indiferencia llamando nuevamente a la tristeza (y por ende, a la soledad), compañeras que ya había pensado decirles: “chicas, perdón, pero quiero ser feliz” y ya no contar más con su compañía.

Esto es para ti, perdón si te enamoro: Me gusta tu caminar. Me gustan tus ojos. Me gusta tu mirar.  Es que tu carita llena de ilusiones y sueños me tiene loco, me ha vuelto loco, me enloquece la vida cuando en las mañanas te encuentro, por ahí, pensando, sola.

¿Leerás esta cursi crónica? De repente sí, de repente no, de repente alguien te cuenta que he escrito algo estúpido, una indirecta recontra directa y que es para ti, quizás, ojalá sea así, aunque no creo, no soy tan leído, mi amada.

Y vamos de nuevo con ese te quiero loco, inquieto, con ganas de conquistar, con la ilusión de ser aceptado y escuchado, como un susurro, en el oído tuyo. Y vamos de nuevo con ese te quiero que quiere que sólo lo escuches, nada más, si surge algo, bueno sea, pero él es sincero, ese te quiero habla con la verdad, ese te quiero es la verdad, mi verdad.

Y ahora me echo a la cama a pensar, escuchando Camila, y viendo el humo del cigarro que fumaba, volar y sostenerse por los aires como diciéndome, vamos, haz algo, dile todo, grita ese te quiero, maricón, y yo siento eso, pero no puedo, siento que no debería hacerlo.

Cuando mañana te vea, como todos los días, no te diré nada, sólo te contemplaré, así te diré cuánto me gustas, te contemplaré muchas horas, como hoy, en la mañana, y no te darás cuenta, como hoy, ¿me viste? no te creo, espero te des cuenta, algún día, hermosa. Quizás, quién sabe (solo el falco de arribita), ese te quiero se escuche mañana, es que no puedo más, no sé, estoy loco, por ti, claro está. Quizás, mi amor, ese te quiero, si lo escuchas, hará que tus ojos se dirijan donde estoy yo, pero yo, hablando en serio y enamorado, quiero estar dentro de tu corazón. Nada más. Eso te quería decir y, claro, ese te quiero, siempre.