viernes, marzo 07, 2014

Warmikay (o gracias por existir warmi hermosa)

Columna por el Día Internacional de la Mujer.

Warmikay -en quechua- Feminidad


Susana Villarán, alcaldesa de Lima, está entregando los mencionadísimos Premios Lima Warmi 2014 a aquellas mujeres defensoras de los derechos de la mujer. Cabe mencionar que han postulado, que han buscado a las féminas con más aportes, que han hecho –los de la comuna– un gran trabajo para entregar el dicho premio a la mujer que bien se lo merezca. ¿Así escribió alguien cuando se lanzó el Premio que se entrega conmemorando el Día Internacional de la Mujer, no? 


Premio Warmi a la warmi de verdad, Susana. A la vendedora de papa que tiene sus manos negras y callosas. A la niña de esa vendedora que se hizo mujer a la fuerza. A la carretillera, a la estibadora de La Parada. A la mujer que, tendida en una manta en pleno mercado abarrotado y el sol quemándole la nuca, vende choclos y pancas para el conejo y el anticucho. Premio Warmi a la mujer de la selva que prepara su tacacho para venderle a los propios del mercado. Que se gana, seguramente, obscenidades al momento de cocinar o dejar el plato al comensal. Premio a las ayudantes de su cocina. A la mamá de esta. A la suegra, si tiene. Y a la hija, por el orgullo y la herencia de la buena sazón.


Señora alcaldesa de Lima capital, este mencionado premio debería ser entregado a muchas mujeres que se honran. Aquellas mujeres que sudan y que tienen un ovario más grande que un par de huevos, faldas que parecen pantalones, voces melodiosas que organizan y desahuevan. Me cachen, señora alcaldesa. Ese premio no es para algunas, es para todas. No se necesita candidatura, se necesita ganas y punche, mujeres mejor dicho. No se necesita saber quién ni cómo ni por qué ni un monumento ni alguito de billete (aunque muchas lo necesitan), solo gracias, estrechar las manos y palmotear la espalda. Sabemos de política, aunque sea un poco y de costumbre, señora alcaldesa.


Premio Warmi a la mujer que sacó adelante, muy sola, a su familia. Que el marido le dejó un par de billetes grandes, casa en La Molina, un auto del año y varios moretones en la cara y el cuerpo. Te vas a ir a la mierda, le dijo, cuando cerraba la puerta el muy matón. Premio a esta mujer que pasado un par de años y a punta de cerámica en frío supo hacer que esos billetes que seguramente le habrán sabido amargo (o que jamás utilizó) se multiplicaran para ahora tener a sus tres hijos en las mejores universidades del extranjero. Sola, solísima. Ni familia tenía, por ser ella de bien entrada a la Selva peruana. Y cuando el marido, años luego, con una concha anchísima y enorme, la vio en la tele recibir un premio internacional por su trabajo manual, quiso regresar a la casa, nunca la encontró. La mujer nunca más vivió ahí donde la dejó. Se mudó. Juró que nunca más dependería de un hombre y menos de un supuesto amor lleno de golpes e insultos. Premio a ella que fue mujer digna y luchadora siempre.


Ese Premio Warmi, señora alcaldesa, es para mujeres de diferente estrato social que supieron sobrellevar a su familia, su trabajo, su lucha. Y claro, así defender los derechos internacionales de la mujer. Porque buenas formas y no solo de una se defienden derechos, señora Susana. Así que creo que el premio no es solo para unas cuantas ni en representación ni por el estilo, es para todas las que son reinas de vestido y las de ojotas, warmi del Perú –warmi en quechua– como se llaman.

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