miércoles, diciembre 29, 2010

JULIO




Desde muy chico, Julio siempre quiso ser escritor, un gran escritor, era su sueño anhelado.
Cuando entró a la secundaria, por su cumpleaños, su mamá le regaló un libro de Homero, ese que cualquier persona debe o debería tener en su biblioteca. Pero La Odisea no fue la única obra que Julio leyó de pequeño, La Metamorfosis de Kafka, Los Cachorros de Vargas Llosa y Los Inocentes de Reynoso fueron sus preferidos de tantos libros que hacían soñar al muchacho.

        -Yo quiero ser como ellos –pensó un día Julio, que ya había pasado los quince-. Quiero escribir y que me lea todo el mundo y sepan quién soy y ganar premios y enseñar a la gente que dejen volar su mente, que sueñen siempre.

Ernesto, el padre de Julio, no estaba de acuerdo con su hijo ni con su madre, que lo apañaba. Él siempre ha pensado que el ser escritor es ser un vago, un bueno para nada, que eso es para los ricos y nada más. Siempre discutía con su esposa sobre eso, la pasión de su hijo:

        -Nunca dejaré que mi hijo sea un maldito escritor.
        -Pero es lo que él ama; su sueño, Ernesto. No seas egoísta.
        -No me importa lo que él diga… Será ingeniero como yo, cállate tú.

Siempre era igual. Ernesto peleando con su mujer y el chico, con veinte años encima, escribiendo, solo en su habitación, su primera novela.

Un día, en la soledad de la noche, Julio estaba escribiendo unas memorias que desde hace mucho tiempo quería empezar a redactar, con una musiquita de fondo, Sabina, Camila y luego Páez.

Y de pronto entró a mi habitación mi padre.

sábado, noviembre 13, 2010

HABLANDO CON LA LUNA





Llego a casa. He estado caminando por ahí, por las calles vacías, solitarias, que la noche deja. No ha sido una buena noche para el amor. Lamentables mis pasos que sin un cigarrillo de compañía no encontraban la dirección correcta, el rumbo adecuado por dónde ir. Por un momento me sentí un vagabundo. Nunca me había sentido así. Nunca me había sentido tan... tan... tan hecho mierda; y mucho menos por amor. Creo que las estoy pagando, que el de arriba -el que todo lo ve y sabe- me está castigando por todas las perradas que hice. Aunque creo que no ha pasado nada, o sea, que con ella todo está bien, algo me dice que... En realidad mi corazón no se siente muy bien que digamos. No sé que carajos me pasa. Debo decir que todo está bien pero hay algo que no encaja y creo no ser yo y creo también que no es ella y entonces ¿qué carajos me ocurre? No sé porque estoy así. Soy yo, seguro, el que piensa cosas que no son. O es ella, talvez, la que suelta palabras que salen de su corazón y que yo tomo por mentiras. O soy yo... O es ella... O... No sé ni por qué me pongo así, todo mal, maldiciendo al amor y todo eso. Entonces si nada pasa y todo está normal, Dios, ¿por qué me siento tan mal? ¿por qué se me caen algunas lágrimas al recordarla? Hice mis perradas pero creo no mentí a nadie. No creo ser un canalla pero sí un completo sentimental, como ahora. Y hoy lloro por ti, ¿sabes? Y no sé ni por qué lo hago, no sé ni por qué estoy así. Es que ella tiene algo que no sé, me vuelve otro, totalmente otra persona. Quisiera saciar esta necesidad que tengo por sus labios, su rostro que tanto me enloquece y todo de ella con un simple beso; no puedo, esto es algo más fuerte, algo que creo nunca había sentido o no tan fuerte lo había sentido o creo me estoy apresurando un poco. Acercarme a ella es sentirme el hombre más feliz del mundo. Acariciarla, jugar con ella, con sólo contemplarla, juro que amo el momento. Mirarla fijamente a los ojos y decirle, de corazón, que la quiero, que la quiero de verdad, es algo indescriptible, algo en donde las palabras está por gusto y las miradas dicen muchas más cosas. No sé que pueda pasar más adelante. Mi amor por ella siempre estará, así como siempre ha estado. No se la dejaré tan fácil también, sé que piensa en mí y que me quiere. Sé que mañana nos daremos otro beso, nos diremos "te quiero" y pelearemos por cosas insignificantes, seguramente me quedaré callado en algún momento y ella hablará como si nada le importase mientras yo me cago de celos y no se lo hago notar o eso creo pensar. Quizá nos amemos mucho. Quizá de nuevo me siente a escribir por cosas que ni sé. Quizá, mañana, ella ya no esté a mi lado. Pero nadie sabe el mañana ¿no?. Quizá, hoy, he preferido decir que la quiero y que quiero mil besos de ella pero mejor así, a la distancia, y llorar dos o tres noches y buscar otros caminos. Quizá, jamás vuelva a llorar. O, quizá también, quién sabe, jamás vuelva a reír.

viernes, noviembre 12, 2010

CHUPA Y LLORA, CUÑADITO



Después de llorar un poco, pienso que lo mejor que me ha podido pasar es que mi gran sueño, mi más grande anhelo, es ser un escritor. Eso es lo que trato de ser.


Yo no tomo ron; tomo pisco. Yo no fumo hamilton; fumo lucky, no raspa pues. Yo no tomo ni fumo mayormente, sólo lo hago en momentos especiales, cuando me siento a escribir y con la luna contemplándome, momentos especiales decía.


Cuando el pisco ya me ha calentado un poco, trato de entender el por qué. Necesito que el alcohol me llegue a la cabeza. Que llegue por favor, eso quiero. Todavía no entiendo qué pasó. Por la putamadre, este pisco sí que está riquísimo, delicioso, calentón, como debe de ser. Que llegue por favor. Y es que me cagaste la vida ¿sabes? Dos más camarero, ¿camarero?, acá yo mismo soy no más, me sirvo otra copita y vamos poquito a poquito, ¿me entiendes?


Nunca pensé que me pasaría esto, tú, hablándome así, tranquilito yo iba, paso a paso, gateando antes de correr, subiendo cada escalón; de pronto choqué con una pared y ¡qué rico pisco carajo! ¡de dónde es que saliste! Mejor sigo escribiendo antes que la memoria y mis ojos, pronto llorosos, me traicionen: esa pared pues, me choqué duro, durísimo huevón, no vi de dónde salió, bastante me dolió y que ¿los hombres nunca lloran? lloré pues y qué… Que llegue por favor, ya falta poquito, poquitito, sí, me chupo esas sobritas y ya no ya, te digo no más, ese piscacho es la voz.


Gracias te doy, mi fiel y alcohólico compañero, nos tocó una mala noche pues, qué se hace. Ahora sí me chupo todo lo que venga porque este piscacho me quedó corto, te digo. Por la putamadre, quiero olvidarme de todo. No más lágrimas, mariconadas son carajo. Chupa pues y llora pues. Qué puedo hacer, dime tú, sí, tú, me cagaste pues, me cagaste y me cagaste bien rico mi amor. Chupa pues y llora pues.

viernes, noviembre 05, 2010

MIL VECES


"¡Nada me queda! Está mi dicha trunca,
y todavía aguardo en los balcones,
las golondrinas que no vuelven nunca"

Mis golondrinas.
(Federico Barreto)

 
Mil veces digo basta. Mil veces le digo a mi corazón que este mal momento pasará y todo será como antes. Pensé que esto sería pasajero, que te olvidaría tan fácil como cuando te dije “hola” la primera vez. ¡Mierda! No puedo. Me siento como un títere, pero uno viejo y feo, que la persona que supuestamente es su dueño se cansó de él y no le da la gana de agarrar las cuerdas que sujetan cada una de sus despreciadas partes y moverlas, al son de la música que llamamos vida. No esta aquí esa personita, la echo de menos. Escucho demasiadas canciones románticas, demasiadas, no sé, no quiero volverme un sentimental en exceso, moriría en llantos todas las noches, no, no por favor. Quiero que me digas “te quiero”, que esto fue algo pasajero y que ahora estamos mejor, bien, como antes, estúpidos.

Mil veces me pregunto en la soledad de mi habitación por qué soy así, te necesito, antes necesitaba a muchas personas pero no las echaba de menos; ahora, en cambio, te necesito para sobrevivir y para sonreír y para decirte “te quiero”, antes no pasaba eso conmigo. Mil veces leo los poemas que te dediqué algún día, tu rostro ahora reina en mi mente y llegan a mi memoria episodios, que llenos de felicidad, construimos. Mil veces agarro el teléfono para marcar tu número, necesito escuchar tu voz, pero no respondes a mis llamados, a mis gritos de auxilio y carajo ven a salvarme de este martirio. Mil veces leo, leo y vuelvo a releer “crónica de una muerte anunciada” de García Márquez, me la tomo a pecho, sufro con Santiago Nasar aunque él no sabía que lo matarían o no sé, sufro con él y sufro más, mi muerte se anunció cuando ya no me despertabas con los mensajes de texto de siempre, ya no, sufro en las mañanas cuando agarro el teléfono y no hay ninguna llamada perdida tuya, sufro.

Mil veces, la noche de ayer, le he gritado a la luna que qué pasó ahora. De pronto, una estrella comienza a parpadear y yo la noto, la contemplo, veo tu rostro y escucho tu voz a lo lejos que lentamente se aleja, tu rostro sigue ahí pero ya no me mira, cierras los ojos y yo los cierro también, estoy soñando, y después de mil veces abro de nuevo los ojos, alzo la mirada hacia la luna y tú no estás a mi lado.

miércoles, noviembre 03, 2010

NO QUIERO DORMIR





- Hoy, no quiero dormir.

Eso es lo que me ha dicho mi amigo y casi hermano Paul con su pelo negro lleno de rulos revoloteando en su cabeza, su gorra plana que muy raras veces me presta y su nextel que quiero robarle porque yo también quiero tener uno.

Es casi la una de la madrugada del primer día de septiembre, un día antes de mi cumpleaños, y entonces le digo a Chavito (así le decimos a Paul en el barrio, o mejor dicho yo; no he escuchado, bueno sí pero muy pocas veces, que alguien lo llame Chavito en lugar de Paul o Andre, él sabrá), bueno, sigamos, entonces le digo a Chavito que ya me voy a mi casa porque, uno, estaba lloviendo, dos, tenía sueño y tres, tenía ganas de escribir.

Son las diez y media del último día de Agosto. Estábamos Diego, Chucho, Paul, yo y los dos perros de Diego caminando por las calles del barrio y fumando cigarrillos y hablando de mujeres y del olor que había dejado Hurley –uno de los perros- al cagar en la fachada de la tienda donde siempre compramos algo.

RECUERDO:
Son las nueve de la noche. Estoy en la computadora, chateando, chateando con una amiga, un amigo, Andre y Naomi. Con Naomi hablamos de cosas que creo nunca tuve que decirle pero con ella no puedo tener secretos, así que no me arrepiento. Le conté que era voluble, que me sentía voluble. No le dije que mejor terminábamos. No quería terminar con ella pero tampoco quiero dañarla. "Sólo quiero quererte, me dijo ella", tan radiante y amorosa conmigo como lo es realmente. No existen máscaras entre nosotros. Somos quienes debemos ser, quienes somos en realidad. Después le digo que soy malo, que creo que le hago daño por ser voluble, que se aleje de mí pero que me siga amando como lo hace. "Te amo Naomi -agrego", "también te amo -culmina ella". No sé qué hacer ahora, amo a Naomi, cuando estoy con ella, solos, la amo y me olvido de todo y de que soy, feliz y lamentablemente, voluble.  Sé que la amo, siempre lo supe. Pero al pasar los días no la veo y no la siento conmigo y es ahí cuando el ser voluble que llevo dentro malditamente sale a relucir, dañando a la persona que más amo en el mundo y aléjate mi amor…

VUELVO:
Es casi la una de la madrugada del primer día de septiembre. Paul y yo estamos hablando en la cochera de su casa. Él limpia el auto de su papá, que pronto será suyo, dice. Yo estoy pensando y pensando todo lo que hablé con Naomi. Se lo hago saber al limpia-autos. Él me cuenta también lo que le pasa. Últimamente estamos hablando más de mujeres que de otras cosas. Que me estoy mensajeando con… Que no me siento a gusto… Que ya terminé… Que la amo demasiado pero… Últimamente estamos así. Completamente románticos. Como dos chicas que hablan de sus cosas y ¡son cosas de chicas, lárgate! Así estamos. Me cuenta que está confundido. Que hay dos nombres de féminas en su cabeza llena de rulos y unos horribles cuando no se peina. Que no qué hacer.  Que no quiere dormir porque quiere pensar bien las cosas. Que quiere saber qué es lo mejor para él, que le dice su interior, que quiere hallar su felicidad total o aunque sea, estar bien.

Talvez yo deba hacer lo mismo. Pero creo que me adelanté un paso y abrí mi bocota y conté mi mayor secreto que, dicho sea de paso, ya no es muy secreto que digamos.  Tenía sueño pero quería escribir, quería seguir hablando con Paul pero había comenzado a llover con más fuerza. Le dije que mañana iría de nuevo a su casa, que jugaríamos ping-pong como lo habíamos planeado y, muy seguramente, hablaríamos de las mujeres que amamos y nuestras confusiones y mi volubilidad. Me despedí de él y haciendo unos chistes que involucran a los dos nombres de mujeres que lo vuelven loco llego a mi casa que está casi al frente, abro mi puerta que da a la calle y, al cerrarla, miro a mi hermano y pienso en voz alta:

- Hoy tampoco quiero dormir.

miércoles, julio 28, 2010

CAMINANDO VOY





Caminando voy, por la noche, por las calles poco iluminadas del lugar en dondo vivo.
Cómo duele caminar solo pero ayuda, ayuda mucho para saber qué es estar solo en verdad y qué es hablar consigo mismo y conocerse consigo mismo, y qué es llorar de verdad, solo, sin ningún hombro donde apoyarse, sin nada, pararse en una esquina y llorar, llorar hasta más no poder y después limpiarse los ojos, la cara y seguir caminando y no mirar atrás.


Caminando voy, con los grillos que armonizan cada paso mío, cada huella, cada lágrima derramada, cada por qué, cada "te amo mas soy un imbécil al no estar a tu lado". Y es cuando sales de noche, solo, cada cosa, cada mínima cosa que observas tiene vida, sientes que te dicen "hola, ¿necesitas ayuda?". Y es que hoy, que iba por ahí, los árboles me decían cada cosa y las piedras me hacían cada gesto que los contemplaba con un inexplicable sentimiento.


QuerCa encender el primer cigarrillo, quería fumar para no sentirme tan solo. Nunca hice real ese pensamiento, no sé por qué, nunca metí la mano al bolsillo para sacar el maldito cigarro, aquel cigarro que, de repente, secaría por fin mis lágrimas o las multuplicaría. Nunca metí la mano al bolsillo de mi pantalón pero sí al bolsillo de mi polera porque el frío, sumado con el llanto, poco a poco me consumía, sentía como bolitas de hielo caer desde mis ojos y al llegar al suelo, escuchar cómo se rompían y pensar cómo estoy con 'esa personita', recordarla, recordar que la cago al decir que iré y nunca llego, recordar que la amo y que ella también pero los juegos y los vicios y las amistades hacen que me quede y no esté con ella. Y cuando estoy solo, caminando sin sentido, recuerdo todo eso y es por eso que lloro, porque hablo conmigo mismo, porque me hago preguntas de respuestas obvias, respuestas que yo sé y un chibolo ilusionado de once también, porque cuando hablo conmigo mismo hablo en verdad y hablo con la purita verdad y es que ahí nadie me escucha, nadie se logra enterar de mis viles secretos, ahí, solo, hablo todo y sin censura porque sé que nadie me llegaría juzgar, sólo Dios, pero hasta que tenga una cita provada con él... sigo hablando.


Caminando voy, por la acera que siente mis pasos día y noche, por aquellas calles que me han visto crecer, que me ven completamente estúpido y enamorado.
Caminando voy, por la noche, por donde la luna espía los secretos de los más errantes y los utiliza de cuentos para las estrellas que enriquecen mis pasos hechos huellas y mis lágrimas hechas charcos y mis tristezas, palabras a la soledad.



Y siendo las dos de la madrugada con veinte minutos,
logro recién recostarme en la cama.


viernes, junio 04, 2010

SER ESCRITOR

                                                                   

Cuando escribes puede ser por varias razones: amor, tristeza (mayormente esos dos factores) o por un sentimiento cualquiera, porque quieres dar a conocer algo a alguien o quieres escribir sobre ti y escribir por escribir, porque quieres hacerlo, porque te apetece o porque simple y llanamente quieres gastar la tinta de tu pluma y el papel que has comprado y escribir.


Siempre ocurre eso, que un cierto día, el menos pensado, dices “quiero escribir” y te la das de un gran sabio de la literatura y fumas mientras piensas (mientras te inspiras dirás tú) sobre qué vas a tratar y vas probando ese pisco que te compraste porque dijiste que “los escritores cuando escriben beben y fuman y así quiero ser yo”.


Ya vas como una hora así: te sirves un poco de pisco, bebes mientras vas pensando y sigues bebiendo y sigues pensando, fumas mientras vas pensando y sigues fumando y bebiendo y pensando y sigues sin escribir una sola palabra pero eres un escritor porque bebes pisco mientras piensas y fumas un cigarrillo también; por eso eres un buen escritor, fumas y bebes y te inspiras y haces las tres cosas a la vez y no escribes ni una puta palabra pero no importa nada de eso porque tú eres un gran escritor.


Ahora sí, tienes algo en la cabeza y hasta se mueve sola tu mano (no malinterpretar por favor), el cuaderno y el lapicero te está esperando desde hace tres horas porque has estado pensando (no, perdóneme usted señor escritor, se ha estado inspirando, claro, inspirando) y entonces ordenas bien lo que quieres escribir y lo plasmas, poco a poco y despacio al papel (aún sigues con el cigarrillo en la mano y el pequeño vaso de pisco, con una segunda botellas más, en la mesa llena de nada) y escribes lo que te dice tus adentros y escribes lo que sientes y lo que acabas de ver y sigues escribiendo algo más que recordaste y sigues escribiendo que no te gusta lo que escribes pero así mismo escribes y sigues escribiendo que eres un gran escritor y que no te gusta lo que escribes pero así mismo sigues escribiendo y sigues escribiendo y al ver tu hoja con todo lo que has escrito dices “esto no me gusta, no quiero ser escritor” y cierras el cuaderno malhumorado y maldiciendo, sales por la ventana y ves a tus amigos yéndose al parque, te olvidas te todo y vas con ellos. Al día siguiente quieres ser nuevamente escritor, un gran escritor, sirves el pisco de siempre y prendes el cigarrillo y bebes y fumas mientras te inspiras y cuando vas a escribir no te gusta lo que has escrito, rompes la hoja, maldices y te vas. Al día siguiente igual y al siguiente igual y cuando te preguntan que “¿qué te gusta hacer o te gustaría ser?” tu respuesta sin pensar mucho es “yo escribo, poemas y novelas y cuentos y son muy bonitos y es que soy un escritor, sí, un muy buen escritor."