miércoles, julio 18, 2012

CUMPLEAÑOS A TI



Gráfico por Gonzalo 'Bakteria' Maiz.
Diseño por Alan García. (@agarsal)
Crónica por Fabrizzio Velaochaga. (@conajoscebollas)


A Rosa Victoria Analucia.

I

Tu santo es el jueves. Cumpleaños a ti, que los cumplas muy feliz. Aún recuerdo el día que naciste, blanca como ninguna, gordita, cachetona, y ahora mírate, cumples once, ya eres una señorita, y ahora debo caminar con rifle ¿no? Digo nomás. Ajo erda uta.

II

Tu santo también es el jueves. Cumpleaños a ti, aunque no te pueda ver, aunque estés más alto que todos. Sé que siempre estás ahí, te siento. Te siento cuando me siento a escribir, siento tu mano recorrer mi cabeza, como peinándome. Siento tu presencia en el dormitorio que sigue siendo tuyo, aún están tus cosas, tus colonias, tus cremas, aún están ahí, reposando si quieres usarlas en las noches tranquilas cuando yo duermo en la que aún es tu cama.

III

Recuerdo que de pequeña jugabas a despertarme a las seis con treinta, en punto, te metías a mi habitación y me jodías con cachetadones hasta que abriera los dos ojos, recién ahí te ibas, sonriendo, pícara. Tenías tres o cuatro. Recuerdo tus ojazos grandasos, y esos cachetes que parecían de hámster, parecías un conejito. Eras lo primero que veía cuando despertaba, muy temprano. Me hacías la jugada, te ibas sonriendo, yo te seguía la risa y me volvía a tapar, y me quedaba dormido dos horas más.

IV

Ahora duermo en tu habitación. Sé que sabes que ahora vivo en tu casa, en el departamento que cuidaste como un palacio, hermoso, elegante. Ahora yo trato de seguir la chamba que inculcaste: agarrar la escoba, primero la cocina, prender tu velita, darle de comer a Diana, al Negro, limpiar la arena del Negro, tender la cama, trapear la cocina, abrir las ventanas, las cortinas, jugar con Diana, no molestar al Negro, barrer el cuarto, prender un  incienso de Canela, los que te gustaban, olores fuertes; una manita de gato a los muebles y trabajo terminado por hoy. Es la rutina, tu rutina. Yo solo me muevo, me dejo mover, tú sigues siendo el capitán del barco, yo soy un simple marinero que obedece y ejecuta.

V

Cuando vivía en la casa de mi mamá, siempre te decía gordita o chanchita, de cariño, claro. Eras una bolita, y lo decía por joderte un poco la vida, además somos hermanos y eso se hace, es una costumbre mundial de hermandad, del mayor al menor. Ahora, el tiempo pasado, ya no eres la gordita, la chanchita, si a veces te lo digo es porque aún te veo como la niña espesa que me despertaba jodiéndome el sueño, ahora eres una señorita, cumples once, pero pareces una chibola de diecisiete, y eso es lo que me pone más saltón, digo nomás. ¿Rifle o cañón?

VI

Las lisuras que salían de tus bellos labios rojos eran un chocolate que le ponía dulce a mi vida. Dulce y sazón, digo. Ajos y cebollas, mejor. Rumba y sabor, siempre. Esas lisuras que me despertaban en one y hacían que me pare derechito y no camine como jorobado, que me siente erguido para comer como se debe, como niño educado, como debe de ser. Esas lisurillas que hacían que esté proactivo, de aquí para allá, de allá para aquí, un dos, un dos, un dos, siempre listo, mi comandante. Y tú reías, me mirabas, y volvías a sonreír, no hagas muecas que así quedará tu cara, carajo, me decías, con esa voz que extraño pero que a veces la siento cuando la tranquilidad de la noche se asienta en el dormitorio donde escribo y escribo, como loco.

VII

Ahora peleamos como perro y gato. Ya no vivimos juntos. Voy una vez a la semana y a veces dos o tres, pero más no. La cosa ahora es diferente, pero igual sigo con el rifle y le pregunto a mamá que cómo vas, que qué tal la escuela, y todo eso. Dice que estás rebelde, y lo noto. Yo también era así. No tienes que hacer renegar a mamá. No tienes que hacer lo que yo, malditamente, hice. No tienes que ser como yo, please.

VIII

Te saludé el año pasado en el velorio de tu hermana. Ese momento estrujó tu alma y corazón. También estrujó mi corazón. Te di un beso en la mejilla y fue como si no estabas. Fue raro, me sentí raro, estabas rara, el momento fue raro. No sabía si decirte feliz día, o siento mucho lo que ha pasado. Fue raro. Rarísimo. No sabía si estar contento, o triste, o las dos cosas al mismo tiempo, o nada y simplemente mirar, pasmado. Rarísimo.

IX

Feliz día, gordita. Siempre te diré gordita. Mi hermana, una hermosura. Mi gordita. Feliz cumpleaños, chanchita.

X

Feliz cumpleaños, Tata. Donde quiera que te encuentres, espero estés bien. Trato de hacer mi mayor esfuerzo en el palacio que sigue siendo tuyo. Desde lo más alto, ponme una nota aprobatoria, please. Cuídame. Guíame. Y sigue poniendo esas lisuritas en mis labios y en mis dedos, esos ajos y cebollas que me hacen ver más chabacano, y al mismo tiempo más dulce, como tú. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me puso emo hermano :c