miércoles, julio 11, 2012

UNA NOCHE NO TAN FRÍA




Me involucro en el juego, nuevamente, sin miedo, dejándome llevar por mis instintos locos. Me incentivo. Me doy fuerzas para sólo ver para adelante. Para no retroceder, ni mirar atrás, ni pensar en lo pasado. Todo adelante. Un pasito tun tun, compadrito. Y el juego lo conozco, y por eso voy nuevamente, como ya dije, sin miedo, con mucha mierda.

Es una hora de la madrugada donde es preferible dormir que estar deambulando haciendo todo y nada. Tener los ojos abiertos a las tres de la mañana no es fácil ni simpático. Pero eres guapo si te duele la cabeza y sigues paradito como soldado.

Como yo, que me duele la mocha por haber estado baila que te baila con una morena alta de culo rico y bemba prominente. Bailaba como nunca, un tema de N’Samble, y sa sa sa salsa, y meneíto y cintura, mami, cintura. Y juegaba con su cabello ensortijado mientras me trataba de computar, de besar, de manosear, de hacerme hombre. Yo no atracaba. Yo no juego así. Las cosas como son. Dejé de puntear con ritmo caribeño y di un paso al costado elegantemente, saqué el celular del bolsillo del pantalón y empecé a tuitear con la chica que me mueve el piso y todo mi cuerpo enclenque que cuando baila da pena a la misma tristeza. Me aparté y fugué al barrio donde crecí.

Son las cuatro de la madrugada y creo que mi cerebro empieza a funcionar parcialmente, me despierto parcialmente, y hablo con una damisela teniendo como fondo musical un perreo papi perreo, dame duro, tra, que se escucha a lo lejos, en el teléfono, y pregunto si puedo ir a verla, y me dice que me espera pero que no la haga esperar. Cuelgo, abro, cierro, corro. Respiro. Contemplo.

El amanecer del día domingo nos encuentra abrazados, friolentos, bien acurrucaditos el uno por el otro. Nos miramos. Temblamos como nunca. Nos besamos como nunca. Son las cinco y abrazo a mi compañera con fuerza, me dice que le duele, le digo que la quiero, no me dice nada y sólo me mira a los ojos, le digo que quiero estar con ella, que quiero involucrarme al juego nuevamente, no me dice nada y me besa. Es un sueño, pienso, y la beso con más ganas, abrazándola más fuerte, en plena madrugada friolenta de Lima, que ya no es horrible.

Una noche no tan fría porque estoy contigo, contemplando el amanecer del domingo, acurrucados.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

intensooo bro. ME PEGUE CON LA CRONICA cada vez redactas mejor, me encanta tu estilo ese aji que le pones CHVR pa delante sin mirar atras vive el presente DISFRUTALO :)

ALEJANDRA

Fabrizzio Velaochaga dijo...

Gracias hermana; hasta ahorita estoy esperando algun poema street que tu sabes componer.

Bucho.

Isaac Oré dijo...

No cambies tan bruscamente de estilo.