viernes, noviembre 16, 2012

TE VUELVO A RECORDAR

Yo no quiero
saber porqué lo hiciste.
Yo no quiero,
contigo ni sin ti.
Lo que yo quiero,
muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí...

Y morirme contigo,
si te matas.
Y matarme contigo,
si te mueres.

Porque el amor
cuando no muere mata.

Porque amores que matan
nunca mueren.

Sabina y Páez

Ay, cuánto te extraño. Tu pelo ensortijado acariciando mi cuello, cuando nos besábamos. Extraño tu caminar apurado en plena calle, en un ambiente congestionado por el claxon y risas estúpidas y miradas penetrantes. Ay, tu pelo, tus rulos negrísimos, tu andas achorado. Extraño joderte en cada pisada, molestarte y abrazarte, decirte que eras la única, que besos como los tuyos, jamás encontraré. Extraño tu decires, mis decires coquetones. Tus ojos marrones, mis ojos enamorados.

He vuelto al Kennedy, donde solíamos andar de la mano, caminando lentito. He extrañado caminar lentito contigo. Sólo contigo. Riéndonos de los gatos que trepaban presurosos. De los locos que iban a tomar fotos. De los automóviles último modelo que queríamos tener. Y, ahora, recuerdo cuando estábamos sentados en una de las tantas bancas del parque, y vimos pasar a un niño de la mano de su padre, vestido de overol azul y un gorrito anticucho, era blanquito, tenías muchas pecas y el cabello rubio… nos reímos, yo quiero tener un hijito así, me dijiste; te miré, completamente enamorado y no te dije nada. Ese día, te amé más que nunca.

Recuerdo tu fotografía, nuestra fotografía frente a la playa. Tremendo beso que nos dimos. Estabas loca por una foto con el fondo de la playa y las gaviotas. Ahí, ahí, quédate tranquilo, me decías para capturar bien el momento. Estaba nervioso, sudaba frío. Pero estaba contigo. ¿Y, por qué sudaba frío? ¿Por qué tantos nervios? ¿Por qué el amor te vuelve imbécil? ¿Por qué sigo siendo un imbécil para escribirte?

Te recuerdo con los ojos tristones y el corazón exaltado. Tu paciencia única. Tus gritos enloquecidos. Tu risa contagiosa. Las recuerdo tocándome el pecho, sintiendo mi latir desesperado, maldiciendo el momento en que te dejé ir, o te fuiste sin decir nada, sin avisar, sin mencionar que huías. Pero, ya todo está hecho. Habrá que llorar, y escribir. Escribir, y tratar de no volverte a recordar.


Bonsoir, mademoiselle.

1 comentario:

julio estefano dijo...

inmensa deseperación