«Escribo porque no tengo perro que me ladre»
Por favor, no me beses (Pag 13)
Beto Ortiz
Aprendí a ser solo. Sí,
porque estar solo es una cosa muy diferente a ser solo. Yo soy. Y eso lo
aprendí leyendo, lamentablemente, a Beto Ortiz.
Aprendí a ser loco y
loca: loca cuando se necesita y loco cuando quiero. Aprendí a escribir como un
tremendo cabro. Aprendí a caminar como una bella doncella. Aprendí a cruzar las
piernas al sentarme. Aprendí a comer sin poner los codos en la mesa. Aprendí a
ser varón, a tener palabra de hombre, a dar el asiento cual caballero. Falté a
la clase para aprender a ser macho y aprendí a ser macho-macho-meeen.
Aprendí a jugar dominó,
solitario Spider, buscaminas, pacman y algunos jueguitos de mesa que no sabía
que se podían jugar solo, solísimo. Aprendí a hacer pataditas en mi habitación
maloliente y darle a la pared alucinando que estoy en un entrenamiento pichanguero
de precisión absoluta: derecha, zurda, cabecita, culo, cabecita… mano, sí, porque
meter mano no es falta cuando juegas con nadie.
Aprendí a recitar con
esa voz estúpida que utilizan los poetas cuando quieren leer en voz alta sus primeros
versos para darse un baño de fama prole. Aprendí a decir te quiero pegando el
cachete a la ventana, una noche cualquiera, siempre y cuando sea estrellada y
el recuerdo de tu perfume me conmueva. Aprendí a ser cursi, a leer poemas
apenas me levanto, a escribir cartas y guardarlos en el último cajón de mi
cómoda, junto con los chocolates y peluches que nunca te regalé. Aprendí a
decir te extraño, ahora que contemplo tu foto enmarcada en la pared donde están
los anaqueles sosteniendo mis libros preferidos. Aprendí a bailar tango.
Aprendí a bailar salsa, timba y guaracha. Aprendí a bailar rocanrol. Aprendí a bailar
el vals para quinceañera, despacio, tratando de no mezclar el lento con la
timba y cruzar las piernas y toma,
negrita… cintura, mami, cintura. Aprendí a bailar el lento con mi soledad.
Aprendí haciendo palmas, primero, tirándome un paso, después, y metiéndome al
baila que te baila, con alegría y quimba y saborcito, coloradito, para ser un
máster en salsa de salón, Ricky ricón. Aprendí a cantar Amiga mía de Alejandro
Sanz. Aprendí a cantar, mientras comía lomo saltado, mientras tomaba una sopa
archi-ultra-mega-súper-caliente, mientras me endulzaba los labios con una gran
bolsa de esos caramelitos que parecen pelotitas y tienen la bandera de algunos
países en la envoltura. Aprendí a bailar tango escuchando a Gardel. Aprendí a
recitarte en las mañanas escuchando a Sabina.
Aprendí a tomar café, y
a prepararlo. Aprendí a sumergir la galleta Óreo en leche fresca y comérmela en
bocados pequeños para que dure. Aprendí a saborear la comida que tenga al
frente. Aprendí a distinguir el agua hervida del agua de caño. Aprendí a
escuchar. Aprendí a escucharme. Aprendí a tocar lo que no se debe. Aprendí a no
tocarme cuando quiero. Aprendí a seguir tocándome cuando ya no hay ganas.
Aprendí a decir stop, y no hacerme
caso. Aprendí a hacer caso cuando alguien me dijo go, go, run it all free, y sin voltear, fui pa’ lante, jugador, y
salí ganao, contento y en carcajeos.
Aprendí a amarte más
que nunca. Aprendí que los para siempre casi nunca son para siempre y que los
nunca, casi siempre no se cumplen. Porque nunca dejaré de pensar en ti. Y te
amaré para siempre, mi vida.
Aprendí a caminar
derecho, a mirar a los ojos, a no arrastrar los zapatos. Aprendí a llamar a mis
amigos por sus apellidos paternos. Aprendí a enviar mails. Aprendí a ver televisión cultural. Aprendí a escuchar Radio
Mágica, la hora de The Beatles. Aprendí a escuchar radio Capital y RPP y
pelearme con los interlocutores y venerarlos cuando pienso que están bien. Aprendí
a no decir pe, jerma, batería. Aprendí
a cruzar las manos cuando expongo algo. Aprendí a meter las manos en los
bolsillos cuando el frío cala en los huesos.
Aprendí a dormir a las
dos de la madrugada, ni un minuto más. Aprendí a leer antes de dejarme llevar
por el cansancio y el sueño absoluto. Aprendí a tomar Coca-Cola sin helar,
antes de irme a la cama con el libro de turno. Aprendí a limpiar la caca del gato
antes de servirme gaseosa negra en la taza blanca. Aprendí a escribir huevadita
y media, antes de meterle mano a la tina donde El Negro mea y caga y uno limpia
y limpia como su chacha personal que es. Aprendí a descansar de tres a seis,
religiosa y disciplinadamente. Aprendí a experimentar con la comida. Aprendí a
romperme la cabeza para saber qué cocinar y agarrar dos bolsas de fideos
canuto, Salsati o Campomar, y sancochar, mezclar y tragar. Aprendí a escribir
cuando quiero, y no cuando puedo. Aprendí a no escuchar música cuando escribo.
Aprendí a escribir en voz alta para ver si las palabras van sonando bonito.
Aprendí a escribir de diez a una pe eme. Aprendí a barrer la habitación que no
es mía, a trapear la cocina que no es mía, a sacarle el polvo a los adornos que
tampoco son míos. Aprendí a cantar música criolla, moviendo de lado a lado la
escoba de frágiles cerdas. Aprendí a escuchar a Luchita Reyes y Lucía de la
Cruz, apenas bajo un pie de la cama. Aprendí a recitar un poema a viva voz
apenas me siento nuevamente con vida. Aprendí a respirar tres veces, antes de
abrir los ojos… a decir buenos días a nadie, a voltear siempre a la izquierda
para ver si El Negro aún duerme o ya está metiendo el hocico a su plato verde
lleno de galletitas de Cat Chow. Aprendí
a sacarme de encima la frazada con dibujitos y carritos, imitando a mi mamá.
Aprendí a ponerme las pantuflas sin ayudarme con las manos como me enseñó mi
papá. Aprendí a despertar solo, a beber un sorbo de agua para que la sangre me
lleve a la mocha loca.
Y desde que aprendí a
despertar solo, a decirle buenos días a nadie, a suspirar mirando el cielo
gris, a cocinar lo que se me ocurra, a mantener limpio un departamento que no
es mío. Desde aquel triste día, aprendí a ser sólo, porque estar y ser son
cosas muy distintas.
Y sí pues, infeliz,
estúpido pero tranquilo. Y solo. Carajo, solísimo, ¿manyas?
Aprendí a ser solo.
2 comentarios:
Eres la copia mas barata y vulgar de tú ya sabes quien.
Respóndeme el mail, aunque sea ¿no?
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