jueves, agosto 30, 2012

TERAPIA PARA EL MAL DE AMORES

No estoy solo, soy solo. 
Soy el hombre de mi vida.

Beto Ortiz.

Llora en silencio. Enjuga tus lágrimas en el polo de turno. Que nadie se dé cuenta de tu desgracia. Recuerda que eres solo, tu soledad quizás no está, ni la sombra que suele acompañarte. Ráscate el cachete y piensa un poco, qué hice mal, qué no hice, qué di, qué me quedé. Piensa en ella, en su fotografía que aún guardas en el libro que nunca leíste. Piensa en sus besos, en tu cama, en su perfume que tanto amabas oler cada vez que su pelo rozaba tu nariz puntiaguda. Piensa en el día que te dijo no, ya no te quiero, te hizo un bien, ahora estás mejor, pero estas cosas pasan.

Anda a la cocina y sírvete un vaso con agua helada: tíratelo en la cabeza, mójate el pelo, abre los ojos. Cuando el agua caiga por tu cara, empieza a llorar, desahógate, llora tanto como puedas y después sécate y bebe otro vaso con agua, calma tu sed, tranquilízate. Sonríe mientras bebes, puede que te estén mirando. Sonríe mientras piensas que todo está mal, nadie tiene porqué verte derrotado. Sonríe cuando no tengas ganas de sonreír, ayudarás al mundo cojudo en el que vivimos.

Mira el reloj, se te hace tarde, no llegarás a tu clase de fotografía. Cuenta ovejitas, despacio, tranquilízate, vuelve a contar, más despacio, respira hondo, piensa qué hacer. No vayas a estudiar, quédate en casa leyendo un libro de Borges, échate en la cama, al costado del Negro. No prendas la televisión, lee. Si quieres lee tu libro de francés que guardas en el librero principal. Deja a un lado a Borges, sólo por un rato, no lo hagas seguido porque es una falta de respeto. Habla en francés, a viva voz, grita si puedes, pronuncia pausado, musicaliza las palabras, sonríe. Habla con el Negro, él te entiende, el único que te entiende, no le hables huevadita y media, dile lo que tienes en mente, qué quieres escribir, cómo se llamará tu primer libro, habla con voz varonil, la extraño como mierda, dile sin miedo, él te entiende. No la llames, si te cansaste de leer francés, no la llames. Ella está con su gil, con el alguien que no es huevón como tú. No la llames, ya te dijo que no, que ya no te quiere, busca su foto, ten un recuerdo bonito de ella, llamarla será por gusto, no te autodestruyas, jugador.

No la llames, tampoco la olvides. Busca el libro que nunca leíste, desempólvalo, ábrelo y busca la foto, sonríe cuando la encuentres, recuerda los momentos gratos y revuélcate en el piso recordando los momentos tristes. Nunca llores, jamás lo hagas, si lo haces solo, bacán, si hay gente, ni atrevas, no seas un cojudo más. Pon la fotografía en el velador, tu mesa de ncohe, adórnala, antes de dormir, contémplala, luego trata de soñar con ella. Nunca la cambies de lugar, déjala donde la pusiste la primer vez, es el destino, ese es su lugar. Si una lágrima se aproxima, llora sonriendo, mira la foto y bésala, acércala a tu pecho, te sigo amando, susurra, y llora en silencio, que nadie te vea.

Aún no duermas, no te dejes morir tan fácilmente. Lee las crónicas que alguna vez le escribiste, ponte una mano en el pecho y siente los latidos de tu corazón. Lee las cartas que nunca le enviaste, contempla su fotografía, ese beso mirando el mar de Chorrillos, contempla cómo te besaba, se podría repetir, quién sabe. No, no duermas, espera un poco más. Lee, sin llorar, La chica que amo, crónica con la que ganaste un premio universitario, crónica que te hizo amarla mucho más, ilusionarte, llorar como un bebé desconsolado.
Aún no llores, ya tendrás tiempo para hacerlo, sigue recordándola. Aún la amas, de eso no hay dudas, no lo niegues porque es peor, juega a que nadie lo sepa, cuéntaselo a tu mejor amigo, que él te cuente quién lo cagó, ríanse, cáguense de la risa, son cosas del corazón. Escríbele una carta, pero no se la entregues. Una crónica, pero no la publiques en tu blog, publícala lejos, en el extranjero: Chile, Argentina, dile a tu amiga, la de los contactos, que te ayude, que se hagan una, invítale un café con ron, no le hables de amores, juega a ser pánfilo, hazle caso en todo.

Escribe te amo en una hoja blanca, letras grandes, enormes, échale colonia, el perfume que te regaló, mételo en una botella y anda al malecón. Camina hasta La Herradura, fuma un cigarro, camina lento, piensa en todo, piensa en ella, juega con tus manos nerviosas, cuida la botella, que no se caiga, cuando llegues acércate al mar, suspira tres veces y tira la botella lo más fuerte que puedas, nuevamente suspira tres veces y vuelve a tierra firme. Contempla el mar, quédate con la brisa y la melodía chillona de las gaviotas que revolotean. Míralas, cágate de risa. Busca la botella, trata de encontrarla, grita te amo, no hay nadie, nunca hubo alguien, quizás nunca lo habrá. Escucha cómo revienta las olas del mar, es una terapia para el mal de amores, siempre ayuda. Cuando quieras irte, busca la botella, piensa en los besos que no le diste, llora en silencio. Si piensas en cómo terminó todo, empieza desde cero la terapia.

Cuando tengas ganas de volver, no vuelvas en uno o dos meses. Llora en silencio. Enjuga tus lágrimas en el polo de turno. Que nadie se dé cuenta de tu desgracia. Ámala en tus pensamientos, en tus sueños de medianoche. Ámala en silencio, escríbele, chupa como condenado. Contempla la fotografía, una y otra vez. No te canses de amarla. Vuelve al mar cuando hayan pasado tres meses, la terapia de siempre, llora en silencio, ámala como siempre, juega con tus recuerdos, cágate de la risa. 

lunes, agosto 27, 2012

NO HAY NINGÚN ÉL EN MI VIDA

Qué más te puedo decir,
si todo te lo escribo.

No hay ningún él en mi vida. No hay ningún macho que me haga vibrar hasta los huesos. Que me abrace y que me haga sentir lo que nunca he sentido. Que juegue con mi cuerpo tembleque que no sabe de juegos porque es inocente a grado sumo. Que me ponga nervioso y al mismo tiempo, que me diga stop, flaquito, date una pausa, corazón, y me haga tranquilizar, cogiéndome fuerte del brazo, mirándome el bulto, cagándose de la risa.

No existe un Roberto, que es chef en un restaurant pituco, que le pagan en billetes verdes para gastarse la mitad en mujeres, y la otra en alcohol. No existe un Jaime, que le corta el pelo número-uno-militar-pegadito, a los más bravos de Alto Perú, Chorrillos City. No existe un Rodrigo, que se gana un sencillo manejando una moto alquilada que suena como cafetera a punto de estallar. No existe un Julio, que es vigilante de una avenida, que toca el silbato feliz, cobrando una miseria, comiendo salchichapa a diario después de una ceremonia admirable. No existe un Enrique, que con una hernia que lo tiene loco y que no lo deja dar un paso más, sale a chambear para mantener a sus hijos. No existe un Ramiro, que es gerente por dinero, y cantante por vocación.

No hay un chico robusto, con los cuadraditos bien marcados en el estómago. No, no hay. No hay un viejo arrecho que piropea a las más chibolitas cuando salen del colegio, en falda y blusa olor a Ace. No hay. No hay un nerd que se computa bravo cireando a las muchachas bonitas, recibiendo de cada una un par de cachetadas con diferentes estilos y en diferentes posiciones, dejándolo pasmado, contando estrellitas, sonriendo como un completo estúpido, satisfecho por la proeza. Ni siquiera eso. Not there. No hay un roquerito que quiera tocar la guitarra, el bajo y mi órgano. No hay un viejo con bastón que te enseñe lo fiera que es la vida, cuando sales de tu casa alguna mañana de lluvia para buscar chamba. No hay. Nunca habrá. Never.

No hay un papá que te diga qué hacer, qué camino recorrer, qué actitudes tomar, qué decir, qué no hablar, qué no escribir. No hay un papá que te diga estoy contigo, cholito. No hay. No hay un hermano que te lleve por senderos desconocidos, que te joda como mierda, que lo odies hasta la luna y a la media hora lo estés buscando para reírte por nada. No hay un tío que sea tu compañero, que le confíes tus secretos de cama-sucia más que a tu padre. No hay un abuelo que te abrace con poca fuerza y mucha ternura, que te diga todo va a estar bien, hijito, mostrando una sonrisa chimuela, amarillenta. No hay un padrino que reemplace al padre cuando éste se largue con la trampa. No. No hay. No habrá nunca, sir. No hay un amigo que te diga vamos, para arriba, estoy contigo. Not there. No hay un amigo que te diga carajo, qué te pasa, huevón, vamos a jugar pelota.

No hay ningún él en mi vida. No hay porque así lo decidí. No hay porque no pretendo tener a alguien como yo cerca a mi lado. Un hombre. ¿Qué? ¿Cómo? Mejor me callo. Soy uno de ellos a fin de cuentas. No me quiero dejar mal conmigo mismo. Actúo como uno, pero no soy ningún huevón.

No pretendo recibir ningún curriculum vitae tampoco. No estoy buscando macho. No estoy buscando animal. Para eso está el Negro, que, pensándolo bien, es el único él en mi vida, el único macho, el único animal. El Negro, gato gordo, sobrealimentado, que me ronronea todas las mañanas, disciplinadamente, a las siete con treinta, cuando se alumbra la habitación que no es mía. Negro, inteligente, pendejo, sabe lo que quiere, lo trato como un perro, le bajo su comida para que no salte, le tiro el hueso y corre pero no lo trae, maúlla, se soba en mis piernas y con una miradita help me, please, me pide que le rasque la cabeza, lo hago, y se queda dormido mirando la foto de Rosita.

No hay ningún él en mi vida. Nunca lo habrá. No busco. No encuentro. No elijo. No dejo de buscar. No hay. Y qué pena que el Negro, sea el único él, el macho, animal, varón, varoncito ito, él. Mi puta vida no sabe de buenas samaqueadas, movimientos rudos, hardcore, cochinos. No, no sabe. Ni sabrá. Porque no hay. No hubo. Nunca habrá.

sábado, agosto 25, 2012

¡AY, BURGUITA!

Columna publicada en La Pichanga.

El torneo peruano es un mazacote, ya lo dije antes. Se ganan puntos en mesa, se pierden play off por no pagar deudas, bajas a mitad de torneo y no bajas si pesas en la mesa de la FPF. Es así de simple, acá te regalan todo si tienes a un buen dirigente que sepa moverse en las oficinas que comanda Burga. Sin miedo. Le dan premios a los que no deberían darle, consiguen cupos a un campeonato internacional equipos que no están preparados, y vuelven con la cabeza gacha, diciendo hay mucho por mejorar… una bomba y todo de nuevo ¿no?

Creo que el único acierto que ha tenido Burga desde que está en mandato (para con el torneo, la sele la dejo a un lado), es el campeonato de promoción y reservas. Muestra nuevos talentos, chicos que quieren ganarse un puesto en el equipo principal. Muy bien. Sigue así, que eso no borra lo catastrófico que es tu carrera en la FPF. Sigue intentando, jugador.

Terminando el torneo del año pasado, dije que si este año iba a ser lo mismo, no vería ningún partido y bla bla bla. Recordemos que el año pasado se ganaban puntos en mesa como quien no quiere la cosa, sólo era cuestión de sacar ticket, presentar un reclamo a medio hacer, hablar fuerte, unas cuantas bromas, sonrisas, fotos, y los puntos a tu favor. Ya está. Así era. El sábado ibas perdiendo el partido, pero lo sacas a flote, lo ganas en la última jugada, y el martes ya no tienes los tres puntos, se lo dieron al otro equipo, el perdedor, mala inscripción de un jugador y perdiste en mesa, son cosas del fútbol, ¿qué, cómo, cuándo?… jugaste en altura, viaje de ocho horas en bus,  ¡qué va!, los puntos ya no son tuyos, compadre, a llorar al río. Así era. Y dije ya no más.

Este año empezó bien, creo.  No deudas. No planillas. No puntos en mesa. Administraciones temporales y toda la chanfaina. Los clubes querían estar limpios. Paso a paso. Los grandes estaban al punto del suicidio: llegó un Solano que levantó a uno, y una Cuba que no sé qué hizo. Pero ahí estaban, dándole al torneo, con jóvenes enrazados que sudaban la camiseta para mostrarse y para que las hinchadas coreen sus nombres con furor, de repente ellos también estuvieron cantando como locos y ahora juegan en el verde por los tres puntos. Pero, tuvo que ocurrir. Mala inscripción de un jugador.  ¿Cobresol? Perderá todos sus partidos por WO y que no se diga más, en mesa un chistecito y de frente a segunda, que es otra lágrima ese. Empiezan las liguillas y un sorteo separa a los compadres que necesitan de taquilla. Ya no hay taquilla. ¿Emoción? Pues somos hinchas, y en las buenas y malas, ¿no?

Solteros y casados. Las benditas liguillas y los ganadores a los play off. ¿También liguillas en los play off? Alianza gana en reservas por apelación de Pedrito Palotes y bla bla bla… Hasta eso hemos llegado. Se ganan puntos en mesa de cualquier forma, hasta en el único acierto de nuestro presi Burga. Los equipos peruanos en la Sudamericana, de altura no tuvieron nada, Ayacucho y Huánuco no fueron las plazas que dan miedo en el torneo, que vas, te cansas y a los balonazos te meten en tu arco. No pues. No hay peso. Aquí todo se quiere hacer a la loca. De-tin-ma-rín-de-no-pin-güé…  

Es así. Mejor no digo más, y que sigan matándose en esta locura nacional. ¿Burguita, ya estás en Lima? Llama ahora, llama ya.


Pitazo del árbitro. Final del encuentro. 

domingo, agosto 19, 2012

LA ESPERA

Eres, lo que más quiero 
en este mundo, 
eso eres. 
Mi pensamiento 
más profundo, 
también eres… 

Café Tacuba


Te esperaba en el paradero, con los brazos cruzados, cagándome de frío. Encapuchado como chibolo punk, enclaustrado con la música a través de los audífonos más baratos que encontré. Sentía las cosquillas del viento en mi cuello. Pellizcos. La gente en el paradero bostezaba en plena tarde. Fatigados, se sentaban en la banca para esperar el bus de ruta. Yo esperaba parado, con la vista directa, tu llegada triunfal.

Mis manos jugueteaban. Se entrelazaban atrás apoyándose en el culo, se tranquilizaban a los lados, en mis piernas tembleques, como en firmes. Cruzaba los brazos una y otra vez, y muchas veces. No estaban tranquilos. Mi corazón palpitaba rápido, sentía el frío, la tarde gris y aburrida, el cansancio juvenil por la atolondradera diaria, el estrés que no es estrés. Sentía el fuego en mi estómago por no llevarle bocado. Jugaba a darle pataditas a la nada, taco y punta, empeine y talón. El viento me inflaba los pulmones cuando inhalaba, desesperado, esperando el beso y hola, ¿cómo te fue?

Las combis pasaban raudas. El cobrador nunca sacó la cabeza por la ventana para llamar a la gente porque el policía estaba al acecho, aguardando la mínima falta para picar un sencillo. Una coaster blanca con rayas celestes paró. Tú no bajarías de aquel carro porque no era el de tu ruta. Pero igual te esperaba. Esperaba que tus zapatillas negras se asienten en la vereda, bajando la escalerita del bus. No. Esperaba tu llamado de emergencia ante el asombro que te causa el mar de gente que siempre hay en Chorrillos. No. Esperaba tu carita de ángel que me diga ya llegué, mi vida.

Me senté en la banca del paradero. Juan Luis Guerra me hacía mover los pies, de aquí para allá, nervioso, tratando de darle pelea al frío invernal que nos ha tocado. Mis manos descansaban, entrelazadas, en el bolsillo de mi polera de lana. Abrigado. Igual el frío carcomía mis huesos débiles, flacuchentos, que agonizaban a punto de quebrarse. Palo seco. Intentaba darle pelea, moviendo mis pies, taco y punta, juntando mis manos, fuertemente, buscando que el frío no cale mis huesos, ni asome a ver qué pasa por aquí.

Seguía esperando tu llegada, encapuchado como pirañita-cazador de carteras. Eres, lo que más quiero en este mundo, eso eres. Mi pensamiento más profundo, también eres… Escuchaba en mis audífonos. La canción que me dedicaste. Esperando tu presencia absoluta, tu caminar modelado, tu rostro fino, tus ojos pardos, claros, vidrios de tu alma inocente. El que por ti daría la vida, ese soy.

El frío se hacía más frío. Calaba, muy lentamente, entre mis ropones de invierno que no abrigaban en plena bienvenida de estación. No servían. La capucha evitaba que me mojara el pelo con la garúa que había empezado. Una garúa miedosa, conservadora, tratando de dejar lo mejor para después. Un rocío pausado, débil, que mojaba las calles chorrillanas. El cielo se había puesto gris y aburrido. No llegabas, ni dabas aviso que ya estabas cerca para empezar con el recibimiento a bombos y platillos. La espera se hacía cansada, y la esperanza se desilusionaba con el pasar del tiempo. Y así, nunca llegaste y aquí sigo esperándote.

jueves, agosto 16, 2012

¡EMPIEZA LA CHANFAINA!


La columna completa la pueden leer en el portal de La Pichanga.

Estaba escribiendo una crónica mientras escuchaba el sorteo de las liguillas para la siguiente etapa del mediocre torneo nacional. Sí, mediocre, muy pocos lo dicen pero es así: un torneo mediocrón que lo seguimos simplemente por la pasión que nos produce (y siempre producirá) el equipo del cual somos hincha. Vamos, caramba, si no fuera por el furor de los cánticos y los colores de la camiseta, no pondría el canal 3 cada fin de semana.

Acabó la primera etapa del Descentralizado, las primeras treinta fechas. Sporting Cristal, merecido campeón, se rajó y por lo tanto ganador de la primera parte del torneo. A la primera fase de la Libertadores. Ya está.

Cristal y los play off

En cada partido, Roberto Mosquera, técnico de Sporting Cristal, no la tuvo difícil para mandar un once al campo. Siempre la tuvo clara, aunque diga que no, que se le hizo difícil por tantas estrellas. Bueno, dejemos eso de lado, es un buen plantel y punto. Mosquera tuvo a un Sheput que siempre fue correcto en los pases, en los toques de pincel para crear algo en el lienzo del verde de la cancha. Un Lobatón, preciso, simple, dándole siempre a un celeste. Cazulo, una fiera en el mediocampo, un perro de presa, de esos que te olfatean y te meten el hocico entre las piernas, furiosos, hasta que te ven cruzar la vereda. Ávila, dribleador, rompecinturas, al comienzo le costó pero con el pasar de los encuentros se acomodó, recordando su etapa en Huancayo donde fue la figura absoluta. Ross, que nunca fue regular cada vez que llegó a Cristal, ahora es titular indiscutible en el esquema de Mosquera. Mucho lo catalogan como mejor jugador de la primera parte del campeonato. Rengifo, el 9, y es preciso mencionar lo que alguna vez escuché decir a Peredo: “Lo esperaron y ahí está, metiendo goles. Para eso lo trajeron”.

Mosquera, sabía que cuando atacaría, haría daño. Y así fue. Fuerza, velocidad y gol. Ahí está. Delgado, en el arco, se supo plantar y dejar las cosas que lo hacían verse todavía como un chibolo. Álvarez, grata aparición, nunca desentonó y a la selección fue llamado. Yotún, dejó de ser juvenil y pasó a ser fundamental en la banda del equipo celeste y de la sele. Mariño, en la banca, y para que el ‘Burrito’ esté en la banca, vamos pues. Buen campeón el cuadro cervecero. La hinchada gozó de espectáculo y goles. En varias ocasiones la ilusión por el subcampeonato del 97 ha sido tema de parla en la gradas del Alberto Gallardo.

Si sigue jugando como lo hace: dinamismo, velocidad, fuerza, y mucho fútbol, no cederá ni un punto en esa abismal diferencia que le ha sacado al Inti Gas, y con eso, tendrá su pasaje asegurado a los Play Off. Y ya los tiene. Digo nomás.

sábado, agosto 11, 2012

EL DULCE SABOR DE TUS LABIOS


Crónica por Fabrizzio Velaochaga.
Corrección y edición por Carla Vega.


Caminaba lento dibujando tu cuerpo joven con el humo de un cigarro peligroso, aguantando el llanto de la felicidad. Caminaba desesperado, mostrándole los dientes filudos al tiempo que nos distancia. El juego, tu juego. Quisiera manipular todo, juguetear con los recuerdos y olvidarme del hoy. Ahora pienso en ti, en los sueños en donde me perteneces. Haces que me despierte atolondrado suspirando como chibolo cursi de época colegial.

Una garúa cae sobre mi cabeza, me humedece el pelo lacio que tanto te gusta acariciar. Humedece mis hombres que cargan las estrellas que son tuyas, que poco a poco una por una te obsequiaré recitándote un poema en el oído, uno de Neruda o quizás de Azul Darío quién sabe; morderte la oreja y decirte te amo para que me digas que soy tuyo. Sólo quiero sentirte en mí. Te pertenezco. El brillo de tus ojos está en cada estrella del negro cielo, del cielo infinito que hoy lagrime a causa de un amor apasionado, un amor púber que se deja llevar por los instintos o por el desenfreno y las actitudes peligrosas.

El viento sopla fuerte, silba tu caminar contorneado en plena avenida concurrida. Tu pelo revolotea juguetón en cada dulce pisada, en cada modelada. No llevas tacos. Tu caminar es tranquilo, pausado. Miras todo. Siempre con una sonrisa dibujada a la perfección. Quién será el pintor. Quién, pues. Tus calancas flacas no dan marcha atrás, son pocas las veces que se han detenido para contemplar el plano miraflorino, el horizonte sombrío de un mar pacífico que apacigua y controla movimiento desafortunados.

No estás ahora, mademoiselle. Por eso te escribo. Para eso te escribo. Para reclamar tu presencia absoluta, en carne y hueso, con besos y mordidas. Reclamo pasar mis manos tembleques por tu cuerpo nervioso, lleno de miedos. Reclamo el amor que me tienes. Que me pertenece. Que se pone en juego cuando mis labios rojos, insípidos, prueban el sabor de melocotón de tu boca. No estás pero te escribo, y te posas en mi mente loca y cursi. Por eso te escribo, para amarte en una noche fría.

Me detengo cuando los carros paran la marcha, cuando el semáforo se ha puesto en rojo y nos dice come on, guys, continue the march. Y toda la gente que ejecuta la caminata nocturna pasa, rauda, la pista negrísima, pisando fuerte para no resbalar y hacer un papelón. Mojarse el abrigo, la facha de estreno, el camisón recién lavado y planchado. La polera que me cubre y calienta, como tus recuerdos gratos en mi cama, amándote de niña. Tengo una chalina que doy dos vueltas en mi cuello flaco para ajustar, para entibiar mi carne blanca. Fumo y te veo en el humo suspendido, humo denso. Merece tu presencia. El plano es hermoso. Reclamo tus juegos y tu espalda erizada cuando mis manos la recorrían. Una y otra vez. Mil veces. Reclamo tus mil veces. Y mil besos. Tus guiñadas de ojos en quinto de secundaria, un coqueteo del cual se perciben consecuencias probadas. 

viernes, agosto 03, 2012

UN LOSER PENSANDO EN VOZ ALTA



Me apagas el teléfono. Por mi culpa, por mi gran culpa. O de repente no, quizás, quién sabe, puede ser. Tienes tus razones. Y son válidas. Tus razones por encima de todo. Bah. Tus razones son las que me enamoran. Tus razones y tus ojos pardos, que brillan cuando el astro rey se pone en Lima. Tus cabellos que revolotean, juguetean en tu espalda, casi llegando a tu cintura. Claro, soy un imbécil. Claro, soy una basura. No hago nada bien. Ni escribir. Escúchame. Lee esto, querida. Soy una basura. Pero quiero seguir adelante. Contigo. Sólo contigo. No hay nadie más. Pausa. Ahora estoy yo, con mi soledad. No sé nada de ti. Hoy, no te tengo.

Me apagas el teléfono. Mi voz no te agrada. Quieres pensar las cosas. No sé, quizás, no, quién sabe, sólo tú, tus motivos y razones. Caminar contigo ya es un sueño. Y sueño contigo. Despierto queriéndote besar, apachurrarte con mis débiles brazos y acurrucarte en mi pecho de gato. No estás. Hoy, no estás. Hoy, seguro nadie quiso. Pero te quiero. Pero te quiero y con fuerza que siento dentro de mi corazón, y me pongo cursi porque te quiero. No te siento, hoy, no estás, no estamos, no te dije ni me respondiste, no supiste ni callé, ni te dije ni me miraste. Estoy sentado al costado del teléfono, viéndolo de reojo, no sabiendo qué hacer, susurrándole que suene, que vibre, que seas tú, que cuando te llame que timbre, que vibre, que sepas que soy yo. No. Hoy, no. No podrá ser. Off. Cambio y fuera.

Me apagas el teléfono. Me lo tengo bien merecido. A cocachos aprendí. Mi labor de enamorado. Yo perdí el corazón, una tarde lejana. Esa canción es maravillosa, como tu sonrisa, y tu caminar lento, de ganso elegante, de caballo de paso al son de la marinera norteña y el galante chalán, que soy yo, cortejando, diciéndote sabe qué cosas lindas que te sonrojas y no puedes más. Marco tu número, deje el mensaje después de la señal: Amor, este, yo, este, te extraño, quiero que sepas que…este, se me hace difícil decirte que te quiero por aquí y no poder darte un beso… Es feo ver a la chica que quieres y no decirle nada. Horrible. Es feo cuando marcas, suena, suena, y de pronto la grabadora se interpone, ruido, qué hago, piensas, sin hacer algo, nada, suena el pito y cuelgas, nervioso, y te sientes un perdedor como tantos en el amor que muchos dicen es efímero.

Me apagas el teléfono. Por mi culpa, por mi gran culpa. Me golpeo el pecho, siempre me golpeo, y no aprendo, never, ¿why? I don’t now. Tic, toc, ya es hora, loser. Es tiempo de ser y no parecer.