lunes, agosto 27, 2012

NO HAY NINGÚN ÉL EN MI VIDA

Qué más te puedo decir,
si todo te lo escribo.

No hay ningún él en mi vida. No hay ningún macho que me haga vibrar hasta los huesos. Que me abrace y que me haga sentir lo que nunca he sentido. Que juegue con mi cuerpo tembleque que no sabe de juegos porque es inocente a grado sumo. Que me ponga nervioso y al mismo tiempo, que me diga stop, flaquito, date una pausa, corazón, y me haga tranquilizar, cogiéndome fuerte del brazo, mirándome el bulto, cagándose de la risa.

No existe un Roberto, que es chef en un restaurant pituco, que le pagan en billetes verdes para gastarse la mitad en mujeres, y la otra en alcohol. No existe un Jaime, que le corta el pelo número-uno-militar-pegadito, a los más bravos de Alto Perú, Chorrillos City. No existe un Rodrigo, que se gana un sencillo manejando una moto alquilada que suena como cafetera a punto de estallar. No existe un Julio, que es vigilante de una avenida, que toca el silbato feliz, cobrando una miseria, comiendo salchichapa a diario después de una ceremonia admirable. No existe un Enrique, que con una hernia que lo tiene loco y que no lo deja dar un paso más, sale a chambear para mantener a sus hijos. No existe un Ramiro, que es gerente por dinero, y cantante por vocación.

No hay un chico robusto, con los cuadraditos bien marcados en el estómago. No, no hay. No hay un viejo arrecho que piropea a las más chibolitas cuando salen del colegio, en falda y blusa olor a Ace. No hay. No hay un nerd que se computa bravo cireando a las muchachas bonitas, recibiendo de cada una un par de cachetadas con diferentes estilos y en diferentes posiciones, dejándolo pasmado, contando estrellitas, sonriendo como un completo estúpido, satisfecho por la proeza. Ni siquiera eso. Not there. No hay un roquerito que quiera tocar la guitarra, el bajo y mi órgano. No hay un viejo con bastón que te enseñe lo fiera que es la vida, cuando sales de tu casa alguna mañana de lluvia para buscar chamba. No hay. Nunca habrá. Never.

No hay un papá que te diga qué hacer, qué camino recorrer, qué actitudes tomar, qué decir, qué no hablar, qué no escribir. No hay un papá que te diga estoy contigo, cholito. No hay. No hay un hermano que te lleve por senderos desconocidos, que te joda como mierda, que lo odies hasta la luna y a la media hora lo estés buscando para reírte por nada. No hay un tío que sea tu compañero, que le confíes tus secretos de cama-sucia más que a tu padre. No hay un abuelo que te abrace con poca fuerza y mucha ternura, que te diga todo va a estar bien, hijito, mostrando una sonrisa chimuela, amarillenta. No hay un padrino que reemplace al padre cuando éste se largue con la trampa. No. No hay. No habrá nunca, sir. No hay un amigo que te diga vamos, para arriba, estoy contigo. Not there. No hay un amigo que te diga carajo, qué te pasa, huevón, vamos a jugar pelota.

No hay ningún él en mi vida. No hay porque así lo decidí. No hay porque no pretendo tener a alguien como yo cerca a mi lado. Un hombre. ¿Qué? ¿Cómo? Mejor me callo. Soy uno de ellos a fin de cuentas. No me quiero dejar mal conmigo mismo. Actúo como uno, pero no soy ningún huevón.

No pretendo recibir ningún curriculum vitae tampoco. No estoy buscando macho. No estoy buscando animal. Para eso está el Negro, que, pensándolo bien, es el único él en mi vida, el único macho, el único animal. El Negro, gato gordo, sobrealimentado, que me ronronea todas las mañanas, disciplinadamente, a las siete con treinta, cuando se alumbra la habitación que no es mía. Negro, inteligente, pendejo, sabe lo que quiere, lo trato como un perro, le bajo su comida para que no salte, le tiro el hueso y corre pero no lo trae, maúlla, se soba en mis piernas y con una miradita help me, please, me pide que le rasque la cabeza, lo hago, y se queda dormido mirando la foto de Rosita.

No hay ningún él en mi vida. Nunca lo habrá. No busco. No encuentro. No elijo. No dejo de buscar. No hay. Y qué pena que el Negro, sea el único él, el macho, animal, varón, varoncito ito, él. Mi puta vida no sabe de buenas samaqueadas, movimientos rudos, hardcore, cochinos. No, no sabe. Ni sabrá. Porque no hay. No hubo. Nunca habrá.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

querido fabri y este blog?me contaste pero nunca me lo pasaste creo yo. lo revisare luego detenidlmnte para leer lo q escribes.
saludos tu teacher daniel.

Fabrizzio Velaochaga dijo...

Gracias profe, espero que pase nuevamente por aquí. Un abrazo a la distancia.