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El Perú, años atrás, se
caracterizó por jugar bien al fútbol, al toque pícaro, a la gambeta quimbosa, a
las paredes desde la media cancha hasta gritar gol en el arco rival. Ahora no
hay nada de eso, no existe esa pasión desde el primer minuto hasta los
descuentos, claro, cuando juega la blanquiroja todos estamos prendidos de la
tele (si juega de local, en el estadio), pero es porque nos llama la tierra, la
sangre, las ganas de ser mejor que todos, la nación, la gente, el pueblo, eso
llama.
Cómo olvidar a Cueto,
con esa zurda que cuando quería escribía un poema de pase, pintaba un cuadro
con ese pincel hecho pierna y al delantero le decía ya, métela compadre. Cómo olvidar el regate de Uribe, ese negro
diamante que brillaba con luz propia cuando llevaba el balón pegado al pie,
cuando escondía la redonda ante la mirada atónita de los franceses que se
quedaban lelos, como postes, en el verde. Cómo olvidar a Cubillas, al Cholo
Sotil, a Oblitas, al Trucha Rojas. Cómo olvidar al Patrón Velázquez, mordiendo
en ese mediocampo de lujo, haciendo respetar la camiseta, poniendo la mano en
la cara a quien tenía que ser, a quien se pintaba de malcriado frente a esos
jugadores que la sudaban y jugaban bonito, a toque limpio, terso, gritando gol
a todo pulmón cuando la gordita chocaba con las redes de los argentinos que nos
tenían respeto.
Ahora damos todo por
Pizarro, Farfán, Guerrero y Vargas. Está bien, son buenos jugadores, nadie lo
discute: Pizarro, el mejor extranjero en toda la historia del fútbol alemán, okay. Farfán, indiscutible titular en el
Schalke 04, okay. Guerrero, dejó el
Hamburgo para llegar al campeón de la Libertadores (bien, aunque mucha gente
diga que es un retroceso. El fútbol brasileño está en alza, digo). Vargas, de
la Fiorentina al Genoa, siempre en el balompié italiano, okay. Es simple, en menos de diez palabras describo: Pizarro, cada
vez que viene no le sale nada con la sele (no quiere o no puede o presión, no
sé, pero no le sale nada). Farfán, la indisciplina puede más, las juergas y
mujeres (aunque debo aceptar que a veces digo: si este negro juega como siempre lo hace, que haga los tonos que
quiera, pero que invite también). Guerrero, mis respetos, cuando toda la
presión la tenía Pizarro, el depredador metió el único gol en el partido que
jugamos frente a Senegal, en Matute (partido amistoso previo a la Copa América,
y todos sabemos lo que pasó en esa copa: goleador, mejor jugador, tercer lugar,
¡Ay, Guerrerito!), desde ahí comenzó todo, desde ahí se vendían sólo sus
camisetas, desde ahí siempre era él quien gritaba gol, desde ahí no le pesó la sagrada,
desde ahí pienso que es el capitán. Vargas, el loco, el gordito, no lo querían
en el cuadro violeta y pasó al cuadro donde seguramente jugará con Andy Polo. Vargas
era el que le metía cojones a la selección, era él, ahora con Guerrero basta y
sobra, loquillo, digo nomás, no me mires feo.
Acá quería llegar.
Mucha cosa con los 4 Fantásticos,
pienso yo. No, señor, no señora, no
mamita, no papito, no son fantásticos y no son 4. No chibolito, no te
desesperes más, abre los ojos, no te dejes llevar por la prensa amarillista que
compras cuando tu sele está bien. Repeat
after me: Cua-tro-fan-tás-ti-cos-ya-no-más. No pues, no mintamos más, no
más vende humo, la gente necesita cosa seria, la gente necesita jugadores que
quieran sudarla de verdad, que se rajen por su selección, que jueguen por amor
a la camiseta, que cuando se les llame vengan felices, con ansias de hacer las
cosas bien, con hambre de gloria. No más 4 Fantásticos, please. No más mentiras. Fantásticos lo de antes, lo que hacían del
fútbol un arte para la afición conglomerada en la tribunas del Nacional, los
viejos saben de lo que hablo. Fantásticos deberíamos ser todos, los jugadores,
la prensa, el hincha, los dirigentes, Burguita please, lárgate, haz de tu
vida lo que quieras; te doy cinco segundos o si no te saco la… sagrada camiseta con
la franja roja en el pecho.
Una pregunta para
terminar, siento esto y quiero compartirlo con ustedes en forma de
interrogante, a ver si con la mano en el corazón, responden: ¿Acaso, el Mago se
siente obligado a poner de titulares a Pizarro, Vargas, Farfán y Guerrero?
¿Acaso, el Mago se siente obligado a poner de capitán a Pizarro porque pesa en la FPF? ¿Acaso Pizarro pesa más que el
propio director técnico? ¿Tenemos director técnico? Gracias, Phillip Butters.
Aquí, paramos la
redonda.
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