lunes, septiembre 17, 2012

QUE LA PASES FELIZ



Marjorie Cueva;

Estoy tocando fondo,
me niego a estar sin ti,
te tengo que recuperar
o de una vez dejarte ir…

Camila

Happy Birthday, querida. Que todo sea felicidad en tu vida. Todo color rosa, pinki, todo de sonrisas y claveles. Nunca dejes de sonreír, de mostrar tus dientes bonitos y alineados. Sonrisa Colgate, nunca lo olvides. Cuando puedas, tómale una foto, a tus ojos y a tu sonrisa. Sé que pido mucho si te digo que me las envíes por mail para contemplarlas toda la noche antes de irme a dormir. Sé, también, que no debo decirte nada, ni escribirte, pero más puede el corazón que el estúpido orgullo. Así que aguántate la puteada y ódiame por piedad, yo te lo pido.

Aún te amo. Pero no te pido que me perdones ni que me respondas a esta carta. Sólo quiero que recuerdes lo que ya sabes. Que no encontraré a nadie como tú, con esos ojos pardos de los cuales me enamoré y aún siguen coqueteándome los sueños. Esos cabellos lacios, castaños, que aún me hacen cosquillas cuando me echo en la cama, cuando el silencio juega con mi soledad. Esa voz serena, melodiosa, que escucho susurrándome un poema de Rubén Darío, porque tu voz, tu dulce voz, tu voz persiste; anida en el jardín de lo soñado, inútil es decir que te he olvidado.

Duermo solo, duermo con un frío de mierda que me congela desde los pies hasta la cabeza, haciéndome tiritar y respirar acelerado, esperando que llegue el cansancio para cerrar los ojos y encontrarte en el limbo. Duermo solo y frío y triste. Muy triste, cuando suelo escribirte una carta antes de ir a la cama, llorar y sentir un fuerte dolor en el pecho, y no sentirte, no besarte, no hablarte al oído y enrollarme con las frazadas que se entreveraban con nuestras piernas temblorosas.

No estás, y quizás ya no estés más. Por eso te escribo, para que me odies cuando leas que te amo, para que me odies cuando leas que tu voz sigue en mi cabecita loca, para que me odies cuando leas que la soledad tocó mi puerta cuando tú saliste, que tocó mi puerta y se metió hasta mi cama, que duerme conmigo y mi tristeza. Te escribo para que me odies con ternura, porque el decir que estoy feliz y moviendo la cola, es sólo un consuelo. No estoy feliz, y no le muevo la cola a nadie. No existe nadie. Y nadie soy yo, porque al fin de cuentas, me he quedado solo y así no planeaba vivir, me he quedado solo y sin ti, es tan fácil volverse loco.

En el día de tu santo, que la pases feliz, happy, pinki. Sonrisa Colgate, siempre.


Un beso.

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