Se fue sin decir adiós,
sin un grito ni un lamento,
creo que iba contento...
Tam Tam Go
Él, pertenece a las más
altas esferas de la escritura urbe limeña. Sir, magnífico. Va a
pie y le apesta todo. El claxon de las crazy
combis le aturden la cabecita loca, me revientan los tímpanos, piensa, y le empieza
a doler la mollera, hace un stop repentino y, desconsolado, se derrumba en una
banca del parque del centenar de felinos.
Juega a ser bi, chilla
como la chilindrina y saca el varón que no tiene cuando las papas queman. Abre
sus alas mariposa para volar por senderos desconocidos, de la mano de su hermosa
compañera, miss y lady y madamme. Ella le aguanta sus caprichos, sus deseos y engreimientos.
Lo protege de la intemperie malvada que lo quiere corromper y hacer añicos, que
le quiere destruir su acelerada carrera de escritor. Que le quieren robar sus
textos publicados en la web, porque el muchacho escribe en el extranjero y
tiene un futuro prometedor.
Escribe desde muy
chico, desde que se dio cuenta que le gustaban tanto las mujeres como los
hombres. Escribe sobre esos besos dulces que llegaron a su cuerpo blanquiñoso y
que con el tiempo se convirtieron en ácidos ósculos que reniega al recordar. Reniega de los machos que
pasaron y dejaron huella. Reniega por las huellas. Por los machos. Por lo que
nunca pasó. Reniega y reniega, y chilla como top model posando para la portada SoHo.
Camina por la sombra y
los piropos callejeros le hacen abrir las alas multicolores. Sonríe la muy
puta, o el muy cabrón. Sonríe pero se siente hombre y sigue caminando con la
cabeza gacha, ajustando el culo y pisando fuerte, pisando fuerte. Las mujeres
más bellas lo conocen, saben de qué pie cojea, qué le gusta y qué detesta. No
le dicen nada, es uno de los suyos pero con otra pinta, con voz más ronca, con
pelo corto y actitudes alborotadas. Las que no lo conocen, le silban, lo miran,
él las detesta, las mira, les sonríe, juguetea con su mirada cabrona y ellas
carcajean en grupo, cuchichean. Dicen que escribe, comentan las muchachas,
paran el culo e inflan las tetas. Él, aguanta el grito chavón dentro suyo, les
mienten, sonrisitas y parada de macho.
Se envalentona cuando
la sonrisa no lo acompaña y el jugueteo fácil se vuelve tosco e insípido. Le
hierve la sangre cuando pisa débil, estando él, el más lindo de la facultad, el
de los ojos azul y pelo castaño, largo, lacio hasta los hombros. Frunce el ceño
cuando tiene que decir las cosas crudas: respira, duda y escupe, lento y
pausado. Habla fuerte, pero el aire se le escapa. No puede, se achica, pinki promise, querida. El más lindo de la facultad lo conoce, el más
lindo también es linda, lo coge fuerte del brazo, tú no me engañas, le dice, y
lo sujeta como novio recontra templado. El vale todo empieza con una guiñada
maricona, que cómo estás, qué onda, y caminan a paso de procesión por los lares
más pipilisnáis de la Lima coquetona. Él está bien happy con el sueño cumplido. Se le hizo a la maricona. El sol
apremia. Caminan por la sombra y hablan de los muchachos del Golden Gym.
Escribiré una crónica del día, le dice, contemplando sus ojos azules que
brillan por los rayos del gringo imponente, mientras le mira el bulto a esos
tíos de saco y corbata que salen de un conocido casino en plena Larco.
1 comentario:
Creer que hablando de nosotros, y digo nosotros porque sé que hablas de Isaac y yo, subiras tus points. Estás bien equivocado. Esperá que te paremos bola.
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